Son las 11 de la noche. En el Centro de Lima queda poca gente, la mayoría apurada por volver a casa, ya que el frío estremece. Sin embargo, en la cuadra 2 de la avenida Tacna, a la intemperie, una señora de 74 años no tiene ninguna prisa en irse.
Segundina Lolo Quispe es viuda, con ocho hijos y vendedora de periódicos hace 30 años. “A esta hora siempre viene un joven a comprar varios diarios”, explica. Tiene una frazada beige en las piernas y un poncho rojo. Las portadas de diversos medios completan la escena.
Su aparente fragilidad contrasta con su determinación para enfrentar los problemas. El quiosco, que está a unos metros, al frente del abandonado edificio de Radio Reloj, era su espacio de trabajo. Luego de cuatro robos de madrugada y quedarse sin electricidad, decidió laborar en la vereda. “Se llevaron hasta mi silla”, recuerda.
Doña Segundina vive sola en un cuarto del jirón Callao, un solar donde antes hubo una imprenta y que no cuenta con agua. La tiene que conseguir de vecinos. “En vez de quedarme encerrada, me voy a trabajar porque siempre lo he hecho”, resalta orgullosa.
Ella, en las mañanas, vende en Jirón de la Unión con Cusco y, desde las 3 de la tarde, se ubica en Tacna, en la puerta de una tienda. “Hay días que se gana 20 o 30 soles”, confiesa.
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Esta admirable mujer de cabellos blancos espera volver a su quiosco, pero no quiere que le sigan quitando lo poco que tiene. “Ojalá el nuevo alcalde ponga más seguridad y me apoye con una cajita de luz para poder ganarme la vida”, exclama.