El abogado constitucionalista Luciano López señala que el tema de la bicameralidad y la reelección parlamentaria, ambas aprobadas en primera votación en el Pleno, no debe centrarse en sus ventajas sino en que tienen que ir acompañadas de una reforma política.
—Quisiera empezar por el procedimiento que se está empleando para esta reforma. Hay que recordarle a las personas que en el referéndum de 2018 se rechazó retornar a la bicameralidad y se aprobó la no reelección congresal. ¿Esta decisión debería ser revertida mediante otro referéndum?
Hay dos planos para responder. En uno primero, la ley dice que una decisión del pueblo adoptada en un referéndum no puede revisarse…
—En dos años, ¿no?
—Correcto.
—Formalmente, ese requisito ya estaría superado.
—Exactamente, eso es lo primero que hay que decir. El segundo campo de análisis es el siguiente: ¿hasta qué punto el poder de reforma parcial que le da la Constitución al Congreso estaría libre de peajes? Se está reformando un número de artículos, ¿entonces es solo una reforma parcial? No es tan sencillo. En la teoría se discute que el poder de reforma parcial de un Parlamento no necesariamente depende del número. Es decir, puedes reformar cinco artículos -que son poquitos-, pero si tienen que ver con un pilar, con una columna vertebral de la casa, la doctrina te dice que para algo así se necesita de un poder mayor.
—¿Del poder del pueblo?
—Claro. Planteo la siguiente metáfora: necesitas una licencia de construcción, no puedes pasarlo como una simple remodelación. Esto que se dice en la teoría lo recogió el Tribunal Constitucional en un fallo de 2002, en donde dijo que si los artículos que mueves de la Constitución –aunque sean pocos– tienen que ver con un aspecto sustancial, si con eso estás rediseñando la casa, entonces espérate porque eso está excediendo tu poder de reforma parcial.
—Y la bicameralidad es una reforma sustancial, por cierto.
—Esto no debe pasar desapercibido. Desde el punto de vista jurídico, al menos en mi opinión, se está rediseñando el Legislativo. Si uno revisa el diario de debates con todo lo que discutieron los constituyentes del 93, la tradición en el Perú fue la de la bicameralidad. Más bien, en el 93 se cambió ese esquema por la unicameralidad. Y lo que decían los constituyentes era eso, que estaban cambiando algo esencial en el diseño del Legislativo. No es poca cosa. Por eso, considero que se está rediseñando la figura del Legislativo en el Perú. Lo que creo es que el Congreso está excediendo el poder de reforma.
Debate. El Pleno tendrá que votar una segunda vez las reformas. Pero López señala que lo correcto sería ir a un referéndum. Foto: difusión
—¿El Congreso está excediendo su poder de reforma constitucional?
—Exactamente. Y la respuesta no puede ser que el Congreso tiene poder de reforma parcial. Porque esa reforma es la de una columna vertebral. Y al exceder ese poder de reforma, la única manera de convalidarlo –por decirlo de alguna manera– es recurriendo a los dueños del poder, los ciudadanos, mediante un referéndum. Los congresistas no son los dueños del poder. Ellos son los apoderados, los fiduciarios. Los dueños del poder somos nosotros.
—¿No es lo más probable que en un referéndum la gente diga “no queremos esto”? El Congreso es una institución bastante desprestigiada.
—Y ahí hay otro espacio para la discusión. Porque los políticos lo que tienen que hacer es política, aunque suene redundante.
—Tienen que convencer.
—Convencernos a nosotros, los dueños del poder, por qué es conveniente el modelo bicameral. Y si estamos hablando de un Congreso que tiene 6% de aprobación, voy a decirlo de esta forma: nuestros apoderados quieren aprovechar que tienen un poder que nosotros les dimos para excederse en sus facultades. Algo parecido a cuando le damos a una persona un apoderamiento y nos fundimos porque no se le puede revocar por un determinado tiempo. Eso es lo que estaría pasando y tiene que ver con este gran problema que tenemos con nuestra clase política. Acá entramos a otro punto, si me permite…
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—Por supuesto.
—Como especialista, puedo decir que, en teoría, lo más conveniente es retornar a la bicameralidad. En teoría. Pero lo que creo es que, con la crisis en la clase política, la reforma política es indispensable. Perdónenme los especialistas y colegas muy reputados que dicen “qué buena reforma, es muy conveniente retornar a la bicameralidad”. Yo no digo que el Ferrari no sea un supercarro…
—Entiendo. Desde lo normativo, desde el manual, la bicameralidad es deseable.
—Tal cual. No discuto que un Ferrari va a funcionar muy bien. Lo que digo es que, si tienes choferes de combis asesinas, lo que vas a terminar haciendo es satanizar al vehículo. El gran problema es cómo eliges a los choferes. El tema es la reforma política que este y los últimos Parlamentos…
—¿No han resuelto?
—No han resuelto y no han querido resolver. ¿Cómo tú quieres retornar a la bicameralidad si no has resuelto ese problema? Lo resumo con esta frase: sin reforma no estarías retornando a la bicameralidad, estarías duplicando la mediocridad. Le estarías diciendo a los ciudadanos: ese Congreso que tienen ahora multiplíquenlo por dos. Es decir, dos cámaras con esta misma gente. No pongo en discusión la virtuosidad o no del modelo. Ahora, ¿cómo resolveríamos el problema de la selección? Con una reforma. El problema es que esta gente no lo quiere hacer.
—Incluso las primarias están en riesgo.
—Mire, me pongo en el peor de los casos. Ya, dejemos de lado las primarias, los impedimentos –yo soy partidario de establecerlos para condenados por delitos graves– y otros porque no hay consensos. Pero cuando menos que aprueben la renovación parlamentaria.
—¿Por tercios?
—Soy partidario de renovación por mitades a la mitad del mandato. Si quieren volver a la bicameralidad, dame al menos la opción de la renovación. Si no quieres hacer reforma política, tampoco seas gracioso pues: no me vas a hipotecar, con dos cámaras, por cinco años, con la misma gente y sin prohibición de reelección. Y, ojo, yo creo que prohibir la reelección fue una mala reforma. Sin embargo, si el argumento de estos políticos es “que el pueblo decida”, bueno, entonces que acepten la renovación parlamentaria a mitad del mandato. Y eso que pongo el remedio más ligero porque, para mí, tenemos que discutir una reforma política, pero esta gente no quiere. En resumen, mi posición no es en contra de la bicameralidad. Es en contra de regresar a la bicameralidad sin reforma política. Me preocupa sobremanera sobre todo si se revisa el proyecto aprobado y se ve el artículo 206…
—¿El que aborda las cláusulas de reforma?
—Así es. Y esto es importante. Hoy tenemos la opción de reformar la Constitución con una mayoría absoluta en una legislatura más referéndum o –si se quiere evitar el referéndum– con dos mayorías calificadas de dos tercios en dos legislaturas sucesivas. Pues bien, en el proyecto aprobado se aplica la misma fórmula, pero con un truco: una legislatura ordinaria con mayoría absoluta en las dos cámaras más un referéndum o, si se quiere omitir el referéndum, una mayoría de dos tercios en las dos cámaras.
—¿Reformar será mucho más difícil?
—Si se aprueba la bicameralidad, en el próximo quinquenio olvídense de las reformas. Se va a necesitar el hiperconsenso. Y si no se ha hecho una reforma política para entonces, ¿quiénes van a postular?
—Los mismos de ahora.
—Los mismos de ahora. Entonces, están asegurándose de que no existan reformas, pero con bicameralidad, y eso a mí me parece perverso. Realmente me parece un tema en donde se evidencia que solamente les interesa, para variar, sus propios intereses personales y de partidos. Por eso, es importante que la ciudadanía distinga: el problema no es si el modelo bicameral es virtuoso o no. Para mí, es conveniente. El problema no es si se debe quitar la prohibición de la reelección. Para mí, esa fue una mala reforma. El problema es que te quieren imponer esto sin reforma, lo que significaría duplicar la mediocridad de las cámaras y que te olvides de las reformas políticas en el próximo quinquenio. Esa es la gravedad del asunto. Hay una serie de reformas que son mayores. Esto, para mí, es un caballo de Troya. Y lo que es más grave es que, con esto, van a pervertir el modelo de la bicameralidad. Es como condenar a un muy buen vehículo por tener un muy mal chofer.
—Y se podría terminar desprestigiando todavía más al Congreso, si cabe.
—Exactamente. Lo van a desprestigiar más. Ese es el tema. Yo invoco, sinceramente, a los especialistas. Por favor, sí, la bicameralidad es conveniente, pero hay que decir las cosas completas. La bicameralidad sin reformas no es una reforma, es una contrarreforma. Este Congreso, como los anteriores, no ha querido hacer nada y hay cosas muy urgentes.
—Fuera de que este Congreso ha demostrado un apetito voraz por capturar instituciones, lo que le añade un ingrediente más a todo esto.
—Y, agregaría, un desprecio por nosotros, que somos los dueños del poder. Eso es lo que está pasando y hay que decirlo con todas sus letras y voz fuerte.
—Ha habido debate sobre la resolución que paralizó –no se sabe todavía hasta cuándo– el proceso sumario contra la Junta Nacional de Justicia (JNJ). ¿La decisión de la Tercera Sala Constitucional fue debidamente sustentada? Desde el Congreso la reacción fue virulenta.
—En mi opinión, sí. Los señores del Congreso cuestionan la decisión a partir de la reciente sentencia que lograron ganar en el Tribunal Constitucional que ellos eligieron. Pero ese TC, en esa sentencia, no ha dicho que los jueces no puedan revisar nada del Congreso. Es cierto que se ha acotado el poder de control de los jueces sobre los actos del Parlamento, pero los jueces sí pueden revisar temas del debido proceso. Es decir, que los procedimientos del Parlamento en sus actividades de control se hagan respetando una serie de derechos. La resolución de la Tercera Sala dice que esta medida preventiva de protección es otorgada a los miembros de la JNJ porque han observado que el procedimiento en el Parlamento no cumple con ciertas reglas del debido proceso. Así, está dentro de esa zona franca que determinó el TC.
—De ahí vino la denuncia de la Fiscalía por supuesto prevaricato contra los jueces de la sala constitucional. No parece casualidad, ¿cierto?
—En política no hay casualidades.
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—La propia fiscal de la Nación, Patricia Benavides, es investigada por la JNJ.
—Este año cumplo 27 años litigando, que no son pocos, y en 27 años…
—¿Se aprenden cosas?
—Uno aprende que en los litigios y en la política no hay casualidades. Lo que hay son estrategias. Esto es parte de una. Lamentable, porque se trata de presionar a los jueces y de enviar un mensaje del tipo “cuidado, si a un juez se le ocurre ejercer sus funciones, viene a mi cancha”. Es más, le diría a los jueces de la Tercera Sala –y en general– que no se dejen amedrentar y que defiendan su fuero. Si les plantean una denuncia totalmente absurda, entonces que respondan con un amparo por violación a sus derechos a la independencia judicial. Todo eso se forja porque hay una mala práctica. Vivimos momentos en la política peruana que son realmente oscuros y, al final, todo esto termina siendo como una especie de Juego de Tronos de muy baja calidad, de muy baja estofa.