Estados Unidos ha hecho esfuerzos por hacerse un lugar junto a la espectacular presencia china en torno al puerto de Chancay este noviembre. El principal, sin duda, fue la llegada de Joe Biden, quien, incluso de salida, irradió el poder de su cargo y ayudó a colocar a la APEC, y de paso al Perú, en el mapa de los medios de prensa del hemisferio norte.
Lo demás fue menor: el anuncio de un acuerdo NASA-CONIDA (la agencia espacial peruana) para instalar una plataforma de lanzamiento en Talara; la donación de nueve helicópteros Black Hawk al Perú; la visita del subsecretario Brian Nichols y sus declaraciones; y una donación/venta de 90 vagones y 19 locomotoras usadas para la ruta Chosica-Lima.
Quizás lo de mayor impacto fue la declaración de Nichols: “Vamos a demostrar que el mejor socio para el Perú son los Estados Unidos”, una frase que encapsula tanto una promesa de Washington como una sutil advertencia sobre la luna de miel económica —y casi política— entre Beijing y Lima. Sin embargo, sin contenido concreto, tanto la promesa como la advertencia enfrentan serias limitaciones.
A estas alturas, el Perú parece haber olvidado que Estados Unidos es su segundo socio comercial. Eso es muy importante, pero China duplica los volúmenes de intercambio de los estadounidenses, y ahora, con Chancay, Beijing se presenta como parte integral del esfuerzo económico peruano. Esta es, más o menos, la oferta que China viene planteando en todo el tercer mundo.
Al menos este noviembre, los esfuerzos estadounidenses no han sido muy dramáticos. NASA y Perú vienen realizando tareas conjuntas desde aproximadamente 1975. Los helicópteros donados para la guerra contra el narcotráfico recuerdan que dicha lucha aquí se está perdiendo en toda la línea. Los vagones semi-donados son un clásico que podría resultar polémico.
Los problemas de Estados Unidos en este contexto son claros: China es un mercado mucho más grande; el gobierno chino puede dirigir inversiones en América del Sur combinando intereses comerciales y geopolíticos; y, por último, China cuenta, como lo escribió Xi Jinping en El Peruano, con una base de afinidad cultural en el Perú y, por extensión, en varios otros países de la región.
Sin embargo, la promesa de Nichols merece explorarse. ¿Qué puede hacer Washington para ser el mejor socio del Perú? Especialmente en los tiempos de Donald Trump que se avecinan.