México-lecciones urbanas

Tuve la suerte de pasar unas vacaciones en la Ciudad de México, y quedé gratamente sorprendido con los avances en las políticas urbanas de la ciudad, especialmente en cuanto a espacios públicos se refiere.

Las calles están llenas de vida, y todos los restaurantes y cafeterías cuentan con terrazas al exterior. Los puestos de comida activan las esquinas de cada barrio y brindan una oferta de alimentación accesible a todas las clases sociales.

Si bien las veredas dejan mucho que desear debido a su estado irregular, son anchas y permiten un flujo adecuado de peatones. Además, son notorios los esfuerzos para mejorar las intersecciones y generar cruces peatonales seguros y adecuadamente semaforizados, especialmente en los ejes principales.

Los parques son concurridos y uno tiene la impresión de estar paseando por una ciudad boscosa, con apacibles ejes llenos de árboles. Se utiliza mucho la vegetación autóctona, y no me topé en toda mi estadía con el infame grass, de altísimo consumo de agua. Las bermas centrales, que en Lima son meros divisores de tránsito, tienen espacios para pasear y descansar, y además aportan sombra y reducen la temperatura de la ciudad.

Una ciudad amable no es fruto de la casualidad. La Autoridad del Espacio Público, activa entre 2008 y 2019, tuvo un rol decisivo en esta transformación. Todos los proyectos de diseño de espacios urbanos tenían que pasar por el filtro de dicha agencia, lo cual aseguraba su calidad y enfoque centrado en las personas (y no en los carros).

A los urbanistas nos suelen decir que Lima no es Ámsterdam cuando se busca prevenir una nueva ciclovía u otra transformación en el espacio público. México es una ciudad latinoamericana cercana a nuestra realidad que, a pesar de sus dificultades, ha logrado mejoras significativas en la calidad de vida de su población mediante estrategias concretas en diseño urbano. Usémosla de ejemplo.