¿Qué estaremos pagando?
Vuelve el clásico vacancia presidencial vs la disolución.
El Perú vuelve al círculo perverso del clásico vacancia presidencial versus disolución del congreso que domina la política reciente, pero lo más probable es que nunca salió de esa dinámica que lo enreda desde hace tiempo.
La aprobación por insistencia en el congreso de la ley que recorta las razones para plantear la cuestión de confianza no implica necesariamente que la vacancia de Pedro Castillo esté a la vuelta de la esquina, pero sí es evidente que desequilibra la relación entre el ejecutivo y el legislativo, lo cual podría ser utilizado para una destitución presidencial que ya no sería extraña.
Ocurrió con Martín Vizcarra, se lanzó contra Pedro Pablo Kuczynski para forzar su renuncia, la quiso usar Alan García contra Alejandro Toledo, y se recurrió al mecanismo para vacar a Alberto Fujimori tras su fuga.
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En el contexto actual hay más de una evidencia de la vocación por destituir a Castillo. Desde el congreso, Fuerza Popular y otros partidos como Renovación Popular y Avanza País, han planteado la conveniencia de interrumpir su presidencia.
Y desde fuera del parlamento son frecuentes las expresiones de hacer lo mismo, tal como se ha constatado, por ejemplo, en un chat empresarial.
¿Quiere el congreso ir a por la vacancia de la presidencia de Castillo? Estas decisiones no ocurren en un vacío político, y requieren prepararse con cuidado, tal como lo puede recordar Manuel Merino, quien fue echado por las calles en apenas cuatro días. Pero de que hay ganas de hacerlo, apenas se pueda, parece evidente.
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Desde la otra orilla, la del ejecutivo, es claro que, más allá de las frecuentes inconsistencias y decisiones tan sorprendentes como inverosímiles del gobierno, cuando este siente que hay acciones que lo puedan desestabilizar, como estaría ocurriendo desde el congreso, se toman acciones preventivas que parten de la desconfianza y llegan, incluso, a adelantarse con una eventual disolución del parlamento.
Y mientras eso ocurre, la mayoría debe sentir una profunda decepción y que esta política, ni de uno ni de otro lado, la del congreso o la del gobierno, los representa, y quizá muchos se pregunten qué diablos estaremos pagando en el país para tener esto.
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