El fujimorismo en busca del reino –y del tiempo– perdido no podrá recuperarlo en 2021, en la tercera temporada de The Krown con Keiko Fujimori.
La ‘Casa Fujimori’ ya es, con un AP que quiere renacer, un Apra moribunda y una izquierda siempre difusa, una de las dinastías más antiguas de la política peruana, con gran influencia desde que llegó en 1990 con Alberto Fujimori montado en un tractor que ofrecía honradez, tecnología y trabajo, y que colapsó una década después con el destape de la inmundicia fujimontesinista.
Desde entonces, no ha vuelto a Palacio, aunque siempre ha tenido un papel clave, como en el último lustro en que Keiko se creyó dueña y señora de la canción parlamentaria para tumbarse gobiernos de vasallos rebeldes.
Lo hizo con tal agresividad y vocación por la destrucción, empujando a le recua de su bancada, llena de gente mediocre, ignorante y corrupta, que pareció terminar cantando lo que sería su última canción. Es gente que lo sigue recordando en las redes, como esa excongresista Karla Schaefer.
La propia Keiko lo ha reconocido, pero la gente ya sabe que se trata de una política que solo reconoce errores cuando es candidata y quiere ganar una elección, como en esta oportunidad en la que va por su tercer intento.
Pero la agresividad de su bancada no es el único error que reconoce. El otro es haberse peleado con el padre y dividido el reino, el cual ahora pretende reunificar anunciando que “ambos nos hemos perdonado y hoy estamos trabajando otra vez de la mano”.
Las encuestas, sin embargo, todavía no la ayudan. La última disponible para esta columna, la de Ipsos, la coloca en tercer lugar con 8%, no muy lejos de la punta, pero con un antivoto que le augura mal final si llegara a pasar a la segunda vuelta, donde perdería con todos los potenciales rivales.
Peor aún, la ‘Casa Fujimori’ quedó tan golpeada por las bravuconadas golpistas de Keiko Fujimori y su combo de sobones con curul, que ahora muchos pretenden tomarla. Como escribió ayer Mirko Lauer, “al menor descuido, alguno puede aparecer montado sobre el tractor de Alberto”.
Y, entonces, la heredera de este reino descalabrado se preguntaría ¿quién se robó mi tractorcito?
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