• Los continuadores del Instituto de Arte Contemporáneo, fundado en 1955, han hecho un álbum para trazar su historia y conversión en Museo de Arte Contemporáneo, MAC, en el 2015 y estos últimos cinco. Historias que contar (Lima, Inmobiliaria Pakarina-Fundación BBVA, 2020) cubre desde el proyecto del visionario Manuel Mujica Gallo, hasta el impulso ejecutivo de George Grumberg.
El libro presenta una buena muestra de obras de arte exhibidas en diversos años, fotos y semblanzas de protagonistas (socios y artistas), documentos, textos de introducción y comentario al IAC/MAC. A pesar de su cuidadoso aparato crítico, el conjunto tiene el atractivo liviano de un catálogo, y conviene hojearlo antes de empezar a leerlo. Muy importante para comprender al museo barranquino.
• La Escuela de Bellas Artes decidió celebrar sus 100 años adelantándose a su fundación en 1921 con la publicación en el 2019 de un álbum dedicado a su Patrimonio cultural (Lima, ENSABAP). En el reciente fin de año el tomo volvió a circular, como parte de un paquete de publicaciones vinculadas a la institución. Nos muestra que con el paso de los años la escuela se ha vuelto también un museo.
La colección sigue las líneas de lo que se estudia y se enseña en la escuela, todo acompañado de explicaciones entre lo descriptivo y lo pedagógico. Es especialmente llamativa la colección de copias de esculturas griegas, romanas y renacentistas, utilizadas para la enseñanza, acompañadas por un muy buen comentario de Alfonso Castrillón. Se extraña en el libro una presencia del arte moderno.
• Un álbum bifronte conmemora los 100 años que hubiera cumplido Chabuca Granda. Canterurías, de un lado, y Cantarureando, del otro (Cosas-Fundación BBVA), recoge fotos de la vida de la compositora, textos de amistades que la acompañaron, y un acopio sumamente completo de las letras de sus canciones, con varios inéditos y algunas oportunas notas. Son de especial interés los textos del musicólogo Raúl R. Romero y del guitarrista Lucho González.
Con una suficiente presencia de partituras, el libro hubiera sido un espléndido cancionero. Pero tal como está, el tomo es un muy buen medio para mantener el recuerdo de Granda y de su obra en una biblioteca, o sobre una mesa.