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Opinión

En bicicleta

“No obstante, en una sociedad tan machista y retrógrada como la nuestra, esto no podía dejar de traer comportamientos primitivos”.

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Una de las más bellas piezas del cancionero francés se titula À Bicyclette. En la interpretación de Yves Montand, es irresistible (está en YouTube). Al escucharla, se siente esa embriaguez deliciosa de montar el maravilloso vehículo de dos ruedas, cuya magia remite, como una máquina del tiempo, a la infancia. Como ciclista empedernido, puedo dar testimonio de esa parte de la letra que dice: “sentíamos que nos crecían alas, en bicicleta”.

Una de las escasas noticias buenas que nos traído la pandemia es el crecimiento exponencial de bicicletas en las calles de nuestras ciudades. Los vendedores de la Av. Grau –en un reportaje de El Comercio– hablan de un boom: se venden, dice una joven, entre 30 y 50 unidades diarias. Basta circular por las calles para observar el fenómeno de una ciudad –Lima– en plena pandemia de ciclistas.

Varias personas indican el aumento de ciclovías, el miedo al contagio en el transporte público y los beneficios intrínsecos de la bici (salud, ahorro, evitar el tráfico, etcétera), como factores explicativos. A lo cual conviene añadir la restricción de automóviles los domingos, cuya anulación fue una de las bombas que nos dejó Merino, la cual urge desactivar. Un número considerable de mujeres se han sumado a esta invasión de dos ruedas.

No obstante, en una sociedad tan machista y retrógrada como la nuestra, esto no podía dejar de traer comportamientos primitivos: tocamientos violentos, acoso callejero y por redes sociales, miradas impertinentes. Lo mismo de siempre, pero en dos ruedas. El reportaje explica que las mujeres se están organizando para defenderse, ya que las autoridades no lo hacen, como bien sabemos. Organizan grupos femeninos, aprenden mecánica ciclista para no depender de los hombres, excluyen de sus grupos de mensajería a faltosos y así.

No permitamos que estas actitudes de agresión social –también manejar la bicicleta de manera irresponsable y peligrosa, o sin los implementos de protección indispensables–, arruinen una de las pocas novedades interesantes de estos tiempos de dolor y angustia. Lejos está el paseo del flamante alcalde Muñoz en dos ruedas, desde “Limaflores” hasta el Centro. No importa. Los amantes de la bicicleta debemos hacer prevalecer esta conquista ciudadana sin esperar que las autoridades nos den su permiso. Como dice Montand: “J’oserait demain” (me atreveré mañana).

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