Gran cantidad de figuras internacionales arribaron esta semana al Perú para participar en la toma de mando de Pedro Castillo. Hubo países que estuvieron representados al más alto nivel gubernamental con la presencia de sus presidentes, como fue el caso de Chile.
Sebastián Piñera estuvo en el Congreso de la República y posteriormente en Ayacucho para la toma simbólica de mando. Sin embargo, no fue el único chileno, también acudió a Lima el diputado Gonzalo Winter, en representación del candidato presidencial Gabriel Boric.
Boric, quien se impuso hace dos semanas en las primarias presidenciales, fue invitado por Nuevo Perú a los actos en honor a Castillo. No pudo asistir, pero le pidió a Winter, de su círculo de confianza, que acudiera al país.
En Chile la prensa local lo ha considerado un gesto relevante, porque desde Nuevo Perú estiman que Boric puede ser el sucesor de Piñera en Chile. Winter trató este y otros temas con La República.
Sobre Chile, el lunes salió una nueva encuesta que muestra a Boric como líder en las preferencias con 30%, por encima de Yasna Provoste (12%). ¿Cómo observa el panorama electoral de cara a los comicios de noviembre?
No queremos ser soberbios, pero tenemos la sensación de que la posibilidad de que Gabriel Boric sea electo en noviembre o diciembre es real. No solamente por los sondeos y el millón de votos que sacó en las primarias, sino porque la propuesta ha conectado con mucha gente en tiempo muy veloz. Una propuesta de cambios profundos por vía institucional, con un político que se presenta como político, después de años de demagogos renegando de su condición de tal. Una transición hacia un horizonte de derechos sociales garantizados, con un sello ecológico muy potente, con una campaña y un programa muy marcados por el feminismo.
A lo anterior hay que sumar que el Frente Amplio ya no se ve como un grupo de jóvenes contestatarios, sino como una coalición que es capaz de sostener con coherencia una bancada parlamentaria, una bancada constituyente, alcaldías y concejalía en todo el país.
La izquierda ha estado arriba en los sondeos desde hace muchos meses, impulsada por la Constituyente, pero la irrupción de Sichel (25%) puede cambiar el panorama. ¿No temen desde los sectores progresistas que haya un ‘sorpasso’? De hecho, Jadue era el líder en las encuestas y al final ni siquiera ganó en las primarias. ¿Qué pueden aprender de ese caso?
A nosotros el triunfo de Gabriel no nos sorprendió porque estamos en la calle midiendo ‘in situ’ permanentemente. Creo que la campaña de Daniel Jadue leyó de manera incorrecta el estallido social y eso se fue notando en los debates. Sichel nos parece un tipo muy hábil, elocuente, no proveniente de los círculos más íntimos de la oligarquía, pero en el proceso se va ir develando que su campaña está rodeada de deshonestidad, partiendo porque se presenta como un candidato que no es de derecha, cuando es literalmente el candidato de la derecha. Nosotros tenemos mucha confianza en la coherencia de nuestras propuestas y la capacidad de nuestra coalición de desplegarlas por el territorio.
¿Cuál es su expectativa del movimiento constituyente en Chile?
Quisiera referirme a dos expectativas en particular, la primera es que sea capaz de ayudar a un proceso de sanación como sociedad. La historia constitucional de Chile en general es una historia de mucha violencia y de muy poca participación popular en la redacción de los textos. La más grosera en ese sentido es la actual Constitución por dos motivos, el primero es que es la más refundacional de todas, es un golpe a lo construido por el Estado durante todo el siglo XX y porque surge en una dictadura en una época en que ya había una tradición democrática. No es lo mismo enseñarle a los niños de Chile que la legitimidad del sistema proviene de los fusiles, de una dictadura con 3.000 muertos, a decirles que proviene de un proceso democrático de un año en que absolutamente todos los debates entre los representantes que sus abuelos eligieron, los pueden ver en YouTube.
La segunda expectativa es que le vuelva a dar a la política el rol de canalizadora de los deseos, posiciones, anhelos y frustraciones de la sociedad. Nuestra actual Constitución tiene como su principal característica que neutraliza el proceso político, haciendo tan difícil los cambios que ganar elecciones no terminaba de ser lo más relevante, porque dejaba todo amarrado a quórums imposibles de obtener. No deseo tener la mejor Constitución del mundo, deseo algo mucho más sencillo, que los chilenos y chilenas sepan que la política institucional es la mejor forma de producir los cambios que desean, cuestión que hoy día legítimamente pueden poner en duda. Eso, además de darle otro trato a los derechos sociales, proteger el medio ambiente, a la mujer, y reconocer la plurinacionalidad evidente de nuestro país.
Ahora, sobre su viaje al Perú, ¿cómo evalúa el Frente Amplio el triunfo de Pedro Castillo?
Lo primero y más importante es celebrar que la democracia peruana sigue cumpliendo años. La mayoría de los países de América Latina tenemos experiencias de dictaduras recientes. Por tanto, nunca debemos bajar los brazos de celebrar la democracia y sobre todo tener un sentido de responsabilidad para cuidar la democracia y sus instituciones, lo cual incluye en mi opinión, robustecer el sistema de partidos.
Gonzalo Winter acompañó a Pedro Castillo durante los actos en Perú. Foto: cortesía
¿Qué expectativas tienen en Chile de lo que pueda pasar en Perú?
En el Frente Amplio de Chile estamos mirando al Perú por varias razones. La primera es que hay muchos aspectos de nuestro programa en los que tenemos potencial para ser socios, aliados. Por poner ejemplos muy concretos y presentes, ambos países con una gran minería del cobre están debatiendo acerca de las condiciones tributarias de dicha industria. Al mismo tiempo que se debate la posibilidad de establecer un impuesto al patrimonio, la colaboración entre jurisdicciones tributarias es una tremenda oportunidad.
Del mismo modo, para enfrentar la emergencia climática se requiere disminuir las emisiones de carbono. Para lograr lo anterior, es necesario contar con minerales y metales producidos, a su vez, con bajas emisiones. En este contexto, el cobre y el litio representan un desafío importantísimo y común. El desafío que enfrentamos como país es aprovechar las ventajas naturales, en términos de disponibilidad de energías renovables no convencionales, para transformar nuestra minería en carbono neutral, lo que nos permitirá ser protagonistas de la transición energética a nivel global.
Pero aquí viene la segunda razón de porqué estamos mirando a Perú: nada de lo anterior se puede hacer si no hay una rica amistad entre pueblos. Pienso que hoy estamos en el desafío de que cada peruano vea al chileno como un hermano. Ese debe ser un desafío principal del próximo Gobierno de Chile. Tenemos la oportunidad de tomar la iniciativa, producir gestos para robustecer la hermandad.
¿Qué sensaciones le quedó a usted particularmente del nuevo presidente del Perú?
Pedro Castillo es el jefe de Estado, democráticamente electo, de un país vecino y por tanto lo importante es que le vaya bien para que le vaya bien a Perú. Ahora bien, a nivel muy personal, nos llamó la atención la alta identificación que genera en algunos sectores rurales y el proyecto de sistema nacional de cuidados presentado en su toma del mando, propuesta que no se vio en su campaña de primera vuelta, que es una demanda del mundo feminista y que tiene un rol protagónico en nuestro programa y la diversidad de las fuerzas políticas que lo acompañaron en la segunda vuelta.
¿Cree que se configura una nueva corriente izquierdista en la región?
Lo primero que cabe señalar es que si eventualmente Gabriel Boric ganara las elecciones, las relaciones internacionales del Gobierno serán de Estado y no las de nuestros partidos. Pero nadie puede desconocer que un período con PPK, Macri, el gobierno de facto de Añez y Piñera configura un barrio muy distinto a uno con Castillo, Arce, Fernández y eventualmente Boric. Yo más que izquierdización veo un polo que no comprende el desarrollo sin justicia social y que considera que la justicia social es un deber de la sociedad, de las políticas públicas y del Estado y que no viene sola por el simple hecho de que haya inversión a cualquier costo.
En el caso de Chile, eso generó empresas, pero destruyó el sentimiento de sociedad. Esperamos, además, que a eso se sume una transición ecológica agresiva, sello fundamental de un eventual gobierno de Boric. Cabe destacar que Piñera, Duque, Macri y Lenin Moreno tuvieron un sello ideológico muy marcado en la forma de llevar la relaciones internacionales. Por ejemplo, desahuciando Unasur, una institución que, en mi opinión, con todos sus defectos, había sido de utilidad para la cooperación y para tener una voz de continente autónoma de la injerencia de intereses exteriores. Veo que en ese aspecto las cosas pueden cambiar y nos gustaría que así sea.
Nuestra aspiración es consolidar mecanismos de integración regional que no dependan del signo político de los gobiernos de turno. Una vía de avance es consolidar el proceso de convergencia entre la Alianza del Pacífico y Mercosur, pasando de un diálogo político entre líderes, a iniciativas entre ambos bloques, que puedan ser extensivas a los países de la región que aún no forman parte de ninguno de estos espacios.
Castillo juró por una nueva constitución, ¿le consultó a usted o en general desde Perú Libre les han consultado acerca del caso chileno que los llevó a la actual Convención Constituyente?
Nuestra mayor cercanía hoy se encuentra con sectores de Nuevo Perú y el liderazgo de Verónika Mendoza, con ellos claro que hemos conversado. Pero la pregunta ha sido cómo vemos el proceso constituyente chileno, sus potencias, sus debilidades, pero nunca nos han preguntado si creemos que ese es el camino que debe seguir el Perú, porque esa es una pregunta cuya respuesta corresponde al pueblo peruano.