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Dispersión y densificación urbana: ¿cómo se están transformando las ciudades de América Latina?

El crecimiento de una región de manera no planificada nos ha llevado a una expansión horizontal que podría tener consecuencias graves. Grandes metrópolis ya innovan y se convierten en un referente.

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La ciudad de Sao Paulo es una de las metrópolis más importantes de América Latina. Foto: AFP

Por: Alejandra Aching

En las últimas décadas, diversas ciudades de Latinoamérica han experimentado un proceso de crecimiento urbano no planificado asociado a características de una “ciudad dispersa”, lo que ha llevado a la expansión horizontal de las ciudades, incluso hacia zonas periféricas. Una gran cantidad de suelo urbano y rural se ha utilizado para estos fines, que no han dado resultados eficientes por los altos costos que genera mantenerla.

Este modelo urbano puede incrementar los costos en infraestructura y servicios hasta en un 300% debido a que no solo conforma barrios escasamente poblados y con poca diversidad de usos (residenciales, comerciales, industriales, etc.), sino que también incentiva el uso del automóvil y la poca conformación de espacios públicos, provocando graves consecuencias en la calidad de vida de sus habitantes.

Como solución a este fenómeno, la densificación surge como una alternativa planificada de crecimiento urbano vertical de las ciudades en todo el espacio de América Latina, cuyo propósito es aumentar la densidad edificatoria, haciendo un uso más eficiente e intensivo del suelo, y con el impulso de proyectos inmobiliarios de gran altura con capacidad de albergar una mayor población por metro cuadrado.

Es por ello que concentrar de manera intensiva la variedad de servicios que ofrece una ciudad dinamiza mejor sus actividades dentro de esta, y a una generación del tejido urbano sustentable en términos sociales y ambientales.

ONU Hábitat define que “la planificación debe proveer una estructura urbana racional para reducir costos de transporte y provisión de servicios, mejorar el uso del suelo y apoyar la protección y organización de espacios urbanos abiertos”.

En muchas ciudades de la región, como Ciudad de México, Sao Paulo y Bogotá, siguen la lógica del mercado inmobiliario y alas tendencias de inversión, especialmente en sectores emergentes. Estos son motivados por la creciente actividad económica y financiera que se está dando de manera vertiginosa, teniendo una necesidad inherente hacia el desarrollo de proyectos verticales.

Sin embargo, este proceso de densificación ha respondido más a un interés de inversores privados ávidos por mercantilizar que por una preocupación de gestores urbanos y planificadores sobre la ciudad.

Lima y su crecimiento desordenado

En Lima ocurre una situación muy similar. Su densificación urbana se está dando de manera muy heterogénea e ineficiente, exclusivamente en ciertos sectores urbanos consolidados. Somos testigos de que en la ciudad existe una acumulación de edificios que no se encuentran integrados con su entorno. Esto está aunado al hecho de que todavía se está dando una expansión urbana en zonas periféricas de la ciudad, impidiendo que se pueda abastecer de todos los servicios básicos a todos los habitantes.

Aunque la densificación urbana tiene el potencial de crear ciudades más compactas de manera eficientes y productivas, si no se implementa de una buena manera, la misma estrategia de densificación puede conducir al hacinamiento, y a la segregación urbana y social, dando lugar a los mismos problemas para los que fue diseñada.

En definitiva, es necesario tener una visión integral de la ciudad que permita comprender sus procesos espontáneos de crecimiento urbano. Para esto se debe plantear estrategias acordes a las necesidades y particularidades de cada territorio. Dotándolo de varios elementos: optimización espacial, habitabilidad urbana, espacios públicos, cohesión social y movilidad. De esta manera podremos hablar de un modelo urbano que se encamina hacia la sostenibilidad.