¿Cuántas vidas vale una patria? ¿Cuántas violaciones de derechos humanos puede soportar un país?
La Campaña Defender la Libertad un Asunto de Todas, conformada por organizaciones sociales y defensores de derechos humanos, ha registrado 5.320 vulneraciones a los manifestantes en el marco de la protesta: 59 homicidios, de los cuales 32 fueron cometidos presuntamente por la fuerza pública; 866 personas heridas (51 lesiones oculares y 70 por armas de fuego) por la represión policial del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD); 2.152 detenidos arbitrariamente; 346 manifestantes desaparecidos; 465 mujeres víctimas de violencia policial; entre otros.
Paro Nacional Colombia cifras. Foto: Campaña Defender la libertad
Estos datos han sido recabados desde el día que inició el Paro Nacional, el 28 de abril hasta este el 27 de mayo. En este contexto cabe preguntarnos: ¿qué es lo que ha llevado a la ciudadanía a ignorar, por un momento, que el mundo continúa en una pandemia mundial, a dejar en segundo plano el temor a contagiarse de COVID-19, para salir a las calles y enfrentarse a la represión policial?
La respuesta más inmediata y un tanto simplista nos llevaría a pensar que la reforma tributaria fue la razón. Sin embargo, esta ha sido solo la careta, ya que fue retirada y las manifestaciones continuaron. Detrás de estos intentos de reformas, que afectan principalmente a las personas con menos ingresos, se encuentra un problema de desigualdad social que finalmente ha sido expresado de manera explícita.
Las inequidades se han visto exacerbadas por la pandemia y las calles de todo un país han mostrado su hartazgo. Esta es la voz de un pueblo que pide a gritos una vida digna, que pide vivir y no conformarse con sobrevivir.
Colombia. EFE
En Colombia, desde el 28 de abril, diferentes organizaciones sociales convocaron a un Paro Nacional en rechazo al proyecto de reforma tributaria que el Gobierno de Iván Duque pretendía implementar. Con este se buscaba que el país obtenga mayor recaudo, pero con el aumento del impuesto sobre el valor añadido (IVA), que se aplica al consumo doméstico de bienes y servicios. Ello afectaba principalmente a la clase trabajadora, que aún no se recupera de los estragos de la pandemia.
“Esto empezó por la reforma tributaria, pero fue como un nuevo estallido del inconformismo en general que hay por distintos intereses que tiene la clase trabajadora colombiana con respecto al Gobierno nacional, que a modo de contexto general, viene de un partido de derecha que no tiene un enfoque de progresividad en derechos humanos, sino de regresividad, que se ha visto en cada implementación de las medidas que ha tomado desde que se posesionó el presidente actual (Iván Duque)”, explica Daniela Jara Marlés, magíster en Estudios de Paz y Resolución de Conflictos de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.
Carolina Cepeda Másmela, doctora en Ciencia Política, especialista en movimientos sociales, complementa este punto y señala: “Lo que uno puede entender es que en Colombia, en este momento, hay una gran cantidad de demandas asociadas a la desigualdad, y yo creo que no solo en Colombia, sino en muchos países de América Latina”.
Un ejemplo claro de esta desigualdad de la que hablamos es que en Colombia tienen que pasar aproximadamente 12 generaciones para que una familia empobrecida llegue a percibir un ingreso promedio, según un estudio de 2018 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Mientras tenemos, por otro lado, a una pequeña élite que ha aumentado su patrimonio incluso en el marco de la pandemia.
Estefanía Cañas, licenciada en Educación de la Universidad de Antioquia y parte de los miles de estudiantes, trabajadores y ciudadanía en general que ha salido a manifestarse, destaca que esta situación es histórica y estructural. “Las reformas fueron un detonante en medio de muchas situaciones. Nosotros venimos históricamente de reformas que cada vez precarizan más los derechos básicos como la salud, la educación y el acceso a servicios públicos. Eso ha hecho que la gente también empiece a sentirse cada vez más cansada”, manifiesta.
Por su parte, Andrés Restrepo, también estudiante de la Universidad de Antioquia, afirma que quienes protestan son conscientes de que se necesitan reformas en materia económica debido a la situación del país. Sin embargo, sostienen que esta no debe ser una que afecte primordialmente a los sectores más vulnerables. “Todo el mundo sabe que Colombia está en la olla, que está quebrado y es normal. Y yo acepto que necesitamos una reforma tributaria, pero no una reforma tributaria que siga en detrimento de la clase trabajadora, no una reforma tributaria que nos ponga a nosotros a seguir pagando la crisis por la pandemia, no es esa reforma tributaria”, apunta.
Estefanía concuerda y añade que “las manifestaciones son en parte por otro tipo de reformas que sean más para el pueblo y no solamente el beneficio para quienes más tienen”.
Colombia. Foto: EFE
Todas las fuentes con las que consultamos para este informe dicen estar sorprendidas no solo con lo masiva de la protesta, sino con la duración de la misma.
“No todas las personas esperan lo mismo de la movilización y hay gente que ni siquiera espera algo de la movilización. Es normal en movilizaciones tan masivas. Hay mucha gente que se contagia simplemente por el ímpetu, por la pasión, por el momento”, comenta Andrés.
Él, además de ser hijo de una universidad pública, es parte de un movimiento social. Confiesa que al inicio se convocó al Paro Nacional debido a la reforma tributaria, teniendo en cuenta que este era el punto con el que la mayoría confluía, pero que detrás de esta venían otros pedidos que hasta el momento habían sido invisibilizados.
“Otra cosa que se busca con el paro es, y me parece como que muy central, que en Colombia haya garantías para la vida. Garantías para la vida es un mejor sistema de salud, es mayor facilidad para el acceso a la educación, es poder contar, por ejemplo, con lo que tanto nombramos que es la renta básica. Eso aquí fue muy sutil y muy absurdo en el momento en que inició la pandemia. Aquí a algunas personas, muy pocas, les dieron ese subsidios una o dos veces y fue una cantidad de dinero que realmente no alcanza para nada”, acota Estefanía.
Las demandas en Colombia son tantas como las personas que salen a marchar, cuestión que ha jugado en contra de los manifestantes. Sin embargo, una que en la actualidad sigue movilizando a la gente es la reforma policial.
La politóloga Carolina Cepeda sostiene que, aunque las demandas son diversas, “el Gobierno sí podría priorizar y dar respuestas inmediatas frente a cosas que son muy tangibles y que la gente está pidiendo ya mismo. Por ejemplo, esclarecer qué es lo que ha pasado con todas las víctimas y con todas las denuncias que hay sobre el abuso policial, detener la represión policial”.
Colombia, represión. EFE
El ultraderechista Iván Duque ha tratado de dar muestras de supuestamente querer ceder. Ejemplo de ello sería, además del retiro de reforma tributaria y de la salud, el anuncio realizado el 12 de mayo, a casi dos semanas del Paro Nacional. En ese entonces el mandatario dijo que garantizaría educación superior gratuita para los estratos 1, 2 y 3, que tienen menos recursos económicos.
Ello debido a que en Colombia existe una manera para financiar el acceso a la educación superior a través de créditos privados, cuyos intereses son altísimos. “La gente accede a créditos para estudiar cinco años, pero puede durar 20 años pagando ese crédito. Entonces, también hay cada vez más barreras para acceder al sistema educativo”, comenta Cepeda.
Sin embargo, Andrés considera que el logro de esta reforma de educación de matrícula cero es de los estudiantes. “Él (Iván Duque) anunció eso, pero no es un logro de él, es un logro que se ha ganado el estudiantado. Por ejemplo, yo estoy en la Universidad de Antioquia y yo no he pagado matrícula desde que voy en pandemia porque mis compañeras y compañeros se plantaron, hicieron campamentos, huelgas de hambre y todo y yo no he tenido que pagar un peso hace dos semestres”, resalta.
La especialista considera que las respuestas de Duque, como el anuncio acerca de la educación superior gratuita, no representan un cambio sustancial.
“Parecen respuestas que son como pañitos de agua tibia para contener a los manifestantes, pero sin escuchar realmente cuáles son las demandas que hay en el fondo, qué es lo que la gente necesita, porque (salir a protestar por una vida digna) no es una cuestión de deseo, de voluntad, sino de necesidad en este momento, y el Gobierno pareciera no dar muchas pistas, abrir muchas puertas para avanzar en ese diálogo”, complementa.
Para Daniela Jara, especialista en Estudios de Paz y Resolución de Conflictos, el pedido más urgente en la actualidad es que se desmilitaricen las ciudades, con énfasis en Cali, que ha sido una de las más afectadas, ya que “esa es una garantía primordial para garantizar el derecho a la vida, a la integridad de quienes están protestando en las calles”.
Colombia. Foto: Sergio R.
Hace un mes iniciaron las movilizaciones en Colombia y estas, a pesar de lo que muchos pueden pensar, sí han tenido logros tangibles. Uno de ellos es la caída de los proyectos de reforma tributaria (2 de mayo) y de la salud (19 de mayo). Además, a nivel de Gobierno se logró la renuncia del ministro de Hacienda, impulsor de la reforma tributaria; de la Canciller Claudia Blum; y del Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos. No obstante, este último negó que su dimisión del cargo haya sido por motivos de la protesta.
Para Jara, esto “muestra el potencial que hay en la ciudadanía, que no se había visto porque había sido una ciudadanía cómoda, una ciudadanía que ocasionalmente protestaba, pero sin la persistencia que ha habido en este paro. En medio de todas las violaciones de derechos humanos que hay es esperanzador el panorama, da cuenta que hay una juventud interesada en el cambio, que no quiere seguir con lo mismo, que les tocó una vida dura y que no quiere seguir viviendo en eso o peor. Los grandes cambios también se han dado en medio de grandes protestas”.
Otro hito fue la cancelación de la Copa América en Colombia. Esto luego de que la Conmebol rechazara la solicitud de aplazamiento que pidió el presidente Iván Duque debido al Paro Nacional. Si bien este no es un logro en cuanto a cambios estructurales, permite que la atención de las manifestaciones no se desvíe.
Esta consigna ya la tenían en claro los manifestantes desde antes que la Conmebol diera el comunicado. “No queremos Copa América cuando nos están matando”, era una frase vitoreada.
“(El que no se dé la Copa América en Colombia) tiene un significado político inmenso en este país que es tan futbolero. Hasta antes de este paro, lo único por lo que la gente dejaba de lado su trabajo, su vida, era para sentarse a ver un partido de la selección Colombia. En un país en el que las barras bravas de los equipos locales se odian a matarse, pero que se han unido a protestar en las barricadas, que hayan habido esas convergencias de los equipos, (...) ha sido monumental y ha sido en distintos frentes”, añade Jara.
Colombia Copa América. EFE
Para Estefanía, Andrés y las distintas personas que hoy alzan la voz por una Colombia menos desigual, la forma de llamar la atención del Gobierno acerca de que algo no está bien es continuar en las calles. Resaltan que no son vándalos por salir a pedir una vida digna en respeto de los derechos humanos. Además, piden que se deje de tratar al Paro Nacional como una situación de guerra, que haya una respuesta ante los delitos cometidos por las fuerzas del orden.
Carolina Cepeda resalta que la protesta social, al igual que la votación, es un hecho de participación política que no debe ser deslegitimado, estigmatizado ni violentado.
Andrés es ambicioso y revela que intentarán sostener espacios de movilización hasta las elecciones de mayo de 2022. Estos no son necesariamente salir a marchar de un punto a otro de la ciudades, sino realizar concentraciones artísticas, velatones, etc.
“Nos hemos unido para negar ese panorama en el que no estamos de acuerdo, pero también empieza el momento difícil que es la construcción de lo que queremos. Y eso se está haciendo mediante asambleas, la creación de otra forma de vida y no como objetivos a largo plazo, sino empezar a vivir el mundo que queremos vivir desde ya, cambiar las relaciones sociales, cambiar la forma en las que tratamos a las personas. Eso es muy bonito, pero ese es el espacio difícil que estamos tratando de construir, las asambleas son un reflejo de eso, pero yo creo que es muy bonito y este es un inicio”, concluye.