Los 2,2 millones de adultos menores de 60 años en Alemania que recibieron la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca serán inoculados para completar la pauta con la fórmula de BioNTech/Pfizer o con la de Moderna.
El ministro de Sanidad de Alemania, Jens Spahn, y los responsables de esta cartera en los 16 estados federados tomaron este miércoles 14 de abril la decisión de forma unánime con respecto a esta vacuna que ha estado rodeada de dudas y polémica desde el primer momento en Europa.
La decisión sigue a la recomendación en este sentido de la Comisión Permanente de Vacunación (Stiko) de Alemania, emitida a principios de abril.
El presidente de la Conferencia de Responsables de Sanidad, el bávaro Klaus Holetschek, aseguró en una rueda de prensa que cualquiera de las dos fórmulas basadas en RNA modificado es “una buena base” para proteger de forma efectiva a la población.
La resolución trata de poner fin a la polémica en torno a los casos de trombosis detectados principalmente entre personas jóvenes y sanas a las que se les administró la vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca.
Tras la suspensión temporal de la vacuna en Alemania -y gran parte de los países de la UE- este preparado volvió a inyectarse en personas de más de 60 años tras la recomendación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
En un limbo quedaron las personas de menos de 60 años que hasta la suspensión habían recibido la primera dosis de este preparado, entre ellos muchos profesores y profesionales esenciales.
La decisión de cambiar de vacuna para la segunda dosis no está libre de dudas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha recomendado este paso ante la ausencia de datos sobre sus posibles riesgos y su efectividad contra el coronavirus.
La medida tendrá repercusiones en la campaña de vacunación, que había empezado con gran lentitud y problemas logísticos y que aspiraba a acelerarse este abril con la llegada de más partidas y la incorporación de los médicos de cabecera.