“La izquierda extrema y la derecha autoritaria medirán sus fuerzas en la segunda vuelta de las elecciones peruanas”, informa el diario Clarín de Argentina de una forma en que pocos medios internacionales se atreven a describir a este sorpresivo proceso electoral. Como era de esperarse, los resultados dieron la vuelta al mundo y desataron diversos enfoques que tratan de hacer entender al público extranjero la decisión que tomó el Perú el último 11 de abril y conocer quién es Pedro Castillo, un político cuya foto no estaba preparada en los flashes electorales de la prensa internacional.
“Castillo, maestro y líder de una facción radical del sindicato de profesores, ha irrumpido como un huracán en esta votación y se impuso con holgura en estas elecciones fragmentadas”, describe Clarín sobre el docente que apunta a Palacio de Gobierno.
Sin embargo, en España la percepción de Pedro Castillo es distinta por cómo describe el portal del diario El País al “hombre que puso a las élites peruanas al pie de su caballo”. Se trata del “maestro de escuela rural que desafía el status quo peruano” y quien, pese a tener el respaldo del centro y sur del país, es un “completo marciano para la mayor parte de la sociedad limeña”, según describe el medio español.
En EEUU, el The New York Times afirma que Castillo “aprovechó una ola de sentimiento antisistema en una elección caracterizada por una frustración generalizada con el sistema político”.
Sobre Keiko, los medios internacionales coinciden en que representa el conservadurismo, por lo que aquello que se determinará en la segunda vuelta será la pugna de dos sistemas distintos, una realidad que se ha establecido en América Latina, donde los resultados de nuestro país, Ecuador y Chile determinarán el giro ideológico del continente.
”En América Latina son gobiernos elegidos con los mecanismos de la democracia los que a veces tumban la democracia”, dice el profesor de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky, en una entrevista con la BBC.
Sin embargo, quienes hablan de una “ola autoritaria” en América Latina exageran, pero reconoce riesgos en algunos países.