Por: Rumi Cevallos Flórez
¿Cuál es tu motivación principal para cantar?
El amor, porque si no es por amor no te puedes conmover ante las cosas que le suceden a otro ser humano.
¿Y qué te conmueve?
Muchas cosas. La belleza que la puedo encontrar en la ingenuidad, en las pequeñas cosas, en la naturaleza, en los niños, en los ancianos, en el trabajador. Y me remonto a mis abuelos, a la gente sencilla entre la que me crié y que sus vidas me parecen de una hermosura sublime.
¿Y la injusticia?
No la soporto, no puedo pasar de largo ante la injusticia. Y me implico, y es que soy artista, maestra y trabajo en misiones de cooperación internacional.
¿A qué te dedicas además de a la música?
Soy cooperante internacional y trabajo en ayuda humanitaria, pero no sólo en campamentos de refugiados, también en ONGs y haciendo outreach en calles.
¿Cantas en la ducha?
Todos los días, y cuando manejo (risas). Si no canto, moriría. Empecé cantando heavy metal como loca y luego en bandas en España. Ya había hecho ballet antes de irme con 12 años del Perú. Toqué flauta y estaba en coros de la iglesia y me botaron porque tenía voz fuerte y no era muy angelical. Me emocionaba y no sabía controlar ese caudal y me decían ya no vengas (risas).
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Y es que tu voz es potente...
Abro el caño y sale lo que sale. A veces fuerte, a veces suave. Los artistas somos canales para que fuerzas más grandes lleguen a los demás. Pues si cantas al amor, que eso fluya, si cantas con rabia que le llegue a alguien que a lo mejor lo necesita para despertar.
¿Se debe tener compromiso?
Cada artista debe hacer lo que le parezca. Para mí, el canto tiene una proyección muy fuerte porque llega directamente al corazón, es un proyectil infalible.
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Te conocemos por Sigo siendo...
Es un poco agridulce para mí. Sigo siendo es un pasaje pequeño en mi carrera. Aprecio en demasía estar en este gran documental que me trajo reconocimientos. Una obra maestra y testimonio hermoso de maestros custodios de nuestra tradición, pero hizo que me encasillen pensando que soy cantante criolla y no es así. Me ha traído también muchos ruidos, envidias y censuras de cantantes que no entendían por qué lo hacía y me veían como intrusa.
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Pero tu trayectoria va más allá...
Tengo 20 años cantando con proyectos internacionales, con grupos de rap. Hice diálogos con flamenco, grabé para Dengue Dengue Dengue, banda peruana de música experimental que triunfa en el extranjero. Tengo un proyecto de ópera transportada a taberna, no con voz lírica sino de bohemia, con fragmentos de Puccini, Verdi, Mozart. Hice cosas variopintas por las cuales la prensa extranjera me respeta, y aquí (Perú) nadie lo sabe. Solo me piden que cante ‘Cardo y ceniza’ a la que le tengo amor por lo que representa, pero es solo un color, y la música para mí tiene muchos caminos.