Defensa de un currículo que rechace la discriminación.,Ya es hora de que la sociedad peruana se libere, de una vez por todas, del yugo inquisidor de quienes pretenden imponer cómo debe ser la vida de la gente. Son sectores conservadores que pretenden decidir, fuera del marco constitucional, de los derechos humanos elementales, de las libertades básicas de una persona, y de los espacios de sus propias religiones, asuntos personales tan importantes como a quién querer o cómo vivir. Su cabeza es el cardenal Juan Luis Cipriani, quien actúa en asociación con sectores conservadores y de intolerancia religiosa que, para su acción política, tienen alianzas con el fujimorismo, el Apra y Solidaridad. Su batalla contra la libertad de las personas tuvo esta semana un serio revés cuando la justicia indicó al Reniec que debía registrar como legítimo el matrimonio del economista peruano Óscar Ugarteche y el ciudadano mexicano Fidel Aroche. Al margen del fallo final, el valor de ambas personas de plantear su demanda y la entereza de un juez de aceptarla constituyen un paso más en la larga pero indispensable marcha para defender el derecho de las personas a ser felices sin más perjuicio que el de mellar la pretensión autoritaria de Cipriani & Cía. de querer mangonear sobre la vida de las personas, cómo viven, con quién duermen o cómo educan a sus hijos. Lo cual nos lleva a otra amenaza contra la libertad que se debe rechazar: la paparruchada del cardenal Cipriani y de su grupo de atacar a eso que llaman la ‘ideología de género’ y que no es otra cosa que impedir –por más grotesco que parezca– la promoción de la igualdad de oportunidades, deberes y derechos para hombres y mujeres, así como el respeto a las diferencias, dentro y fuera de la escuela, en el currículo nacional, con el objetivo de formar ciudadanos respetuosos y tolerantes que rechazan toda forma de discriminación en la sociedad. Cipriani se opone a ello y hace campaña –como de costumbre– mintiendo con descaro, usando el púlpito como tribuna política y la sotana como disfraz para disimular quién es. A diferencia de lo que dice este cardenal, el currículo nacional no hace mención a ninguna ideología, ni promueve una orientación sexual en particular, ni fomenta el sexo entre niños, ni destruye a las familias. Eso solo está en la cabeza alucinada de este cardenal retrógrado e intolerante. Y contra él, y contra sus aliados, ya es momento de salir a las calles a manifestar y reclamar que ni Cipriani ni nadie puede decidir a quién querer o cómo vivir. Basta ya.