Tan cerca del corazón y tan lejos del poder central: esa es Tacna. Retorno a esta bella ciudad luego de una década. Tacna ha crecido y un acelerado proceso de modernización viene borrando los rasgos característicos de su identidad urbana tradicional. Son muy pocas las casas que conservan el techado de mojinete; ese perfil trapezoidal único. Hoy se imponen las azoteas, el ladrillo y el cemento. Sorprende la cantidad de farmacias –hasta cuatro por cuadra en el Paseo de la Peruanidad–. Un amable taxista me explica que hay una gran demanda de medicamentos por los turistas chilenos que vienen desde Arica, especialmente los fines de semana, para hacer compras. A los visitantes les sale muy rentable adquirir productos peruanos, que cuestan bastante menos que los del otro lado de la frontera. En estos días Tacna está invadida; están por empezar las clases en Chile y a los padres les sale más barato venir para hacer compras y mandar confeccionar los uniformes para sus hijos, a medida. Pueden también atender sus problemas odontológicos y de salud en general, pues la asistencia médica es bastante más barata y oportuna en Tacna que en sus ciudades de origen, y por supuesto pasear y comer. La expansión de la economía tacneña inducida por el turismo viene generando una significativa inflación local; tomarse un capuchino en Tacna cuesta hoy más que hacerlo en un café exclusivo en Lima; definitivamente una situación que no alienta el turismo interno. Hay taxistas y comerciantes que se aprovechan para imponer precios especialmente elevados. Hay que estar atento y eventualmente recurrir a la advertencia “¡soy peruano!”, para no ser una víctima de estas guerras de precios. Otro taxista me explica que la diferencia de precios es tan grande que aun así Tacna resulta muy atractiva para comprar y como destino turístico para los chilenos. La creciente integración económica entre Tacna y Arica produce una especie de cortocircuito mental. Tacna ha construido su identidad sobre un poderoso sentimiento de peruanidad marcado por la ocupación y la amarga experiencia del largo cautiverio, una dura prueba que le mereció el título de Ciudad Heroica. Las consecuencias de su emplazamiento geográfico, con fronteras con Chile y Bolivia, han definido su identidad. Tacna es el primer frente de defensa de la peruanidad, pero esa misma peruanidad le da las espaldas a Tacna. Los tacneños se sienten con razón olvidados por el poder central y la desidia del gobierno peruano contrasta con el interés que otorga el gobierno chileno a Arica, que lleva a afirmar a los chilenos que “Arica es la provincia más chilena de Chile”. Arica es una ciudad-vitrina. Terminada de delimitar la frontera marítima, el último gran tema fronterizo pendiente del Perú republicano ha pasado a la historia. La cuestión del pequeño triángulo terrestre que Chile pretende reivindicar, contraviniendo los acuerdos del Tratado de 1929 (al respecto, recomiendo leer los textos del diplomático peruano Hubert Wieland, que se encuentran en línea), pueden alimentar los discursos de los sectores de derecha interesados en mantener un ambiente de encono pero tienen la mecha corta. Tacneños y ariqueños vienen ensayando maneras de encarar un nuevo escenario cuando la integración económica avanza y es evidente que ambas partes tienen qué ganar con la distensión. La desidia del gobierno peruano contrasta con la vigorosa y proactiva política chilena hacia sus fronteras. Señalo dos ejemplos: la política chilena de facilitar otorgar la nacionalidad chilena a los peruanos que residieron en Tacna durante el cautiverio y a sus descendientes, algo que beneficia a los profesionales, que están bastante mejor valorados en Chile que en el Perú, y la “beca aimara”, que otorga la Universidad de Tarapacá, sede de Arica, que ha logrado captar estudiantes peruanos de Tacna, Arequipa, Moquegua y Puno y secundariamente a estudiantes bolivianos. Mientras tanto, aquí cunde el desconcierto y la inercia. Es hondamente significativo que aparentemente nadie sabe qué hacer con el legado material de Basadre: su vivienda y su gran biblioteca. Según me cuentan, algún genio burocrático ha propuesto fragmentar esta y remitirla por partes a los colegios, “para ponerla al alcance de los lectores”; la coartada burocrática perfecta para desembarazarse de un paquete incómodo cuando uno no conoce su valor y no sabe qué hacer con él. La Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann ha propuesto hacerse cargo del legado. Veamos qué decide la administración regional. Aprovecho para agradecer a las autoridades de la UNJBG la distinción académica que me otorgaron. Muy agradecido.