Este lunes 19 de octubre, el Congreso debatirá el dictamen que busca extender hasta 2035 la moratoria al ingreso y producción de organismos vivos modificados genéticamente (transgénicos). La normativa entró en vigencia en 2011 y culmina en diciembre del 2021, por lo que se espera una decisión sobre el futuro de la biodiversidad peruana.
“Tenemos un banco genético único en el mundo, capaz el más rico. Quieren convertirnos en un país transgénico sin negar la posibilidad de que la tecnología hasta el momento no ha dado los resultados esperados. El glifosato es recontratóxico y al viajar por el viento destruye insectos polinizadores o puede traer enfermedades asociadas como párkinson, alzhéimer o cáncer”, señala el investigador ecológico Augusto Urrutia.
Urrutia considera que anular la moratoria comprometería al germoplasma de los miles de variedades de papa, ecotipos de maíz, yacones, ollucos y quinua, entre otros, heredadas de la cultura ancestral del trabajo de la tierra.
El experto detalló que en el Perú existen 5 mil comunidades nativas que producen alimentos orgánicos con alta aceptación en mercados de exportación como Francia, Alemania o Suiza. “Tenemos más de 25 mil productores orgánicos que mueven más de 80 millones de dólares al año. Valoremos nuestros nichos ecológicos”, precisa.
“En nuestro medio, las capacidades regulatorias son muy frágiles, muy débiles. Para eso se aplicó la moratoria, pero desafortunadamente no se construyó. Es indispensable tener reglas de bioseguridad, de control de medidas sobre transgénicos, así exista una moratoria”, añade Santiago Pastor, investigador de la Universidad Científica del Sur.
Pastor afirma que el país tiene mucho por concertar respecto a la aplicación de esta tecnología, mas define el modelo de transgénicos como dañino.
“Es bastante invasiva, homogeneizante. Genera lo que llaman ‘desiertos verdes’: enormes terrenos con un solo cultivo. También hay problemas de bioseguridad, aunque no es un secreto que los transgénicos pasan así no más. Por ejemplo, hace poco la autoridad ambiental encontró granos transgénicos en el Bajo Piura”, apunta.
Hace unas semanas, José Álvarez Alonso, director general de Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente (Minam), reconoció que agricultores entre Catacaos, Cura Mori hasta Sechura cultivan maíz amarillo duro transgénico (MON 810) desde hace más de 10 años sin saberlo.
“Este maíz transgénico posee un gen de resistencia a las plagas y los agricultores, sin darse cuenta, lo fueron seleccionando a través de muchas generaciones. El uso que le dan a este maíz es para preparar su chicha y alimentar a sus animales. No podemos erradicar los cultivos porque no es problema de unos cuantos agricultores, sino del 70% de los que siembran maíz en esa zona y donde este cultivo es su única fuente de ingresos durante la llamada ‘campaña chica’ (agosto a diciembre). Es un problema con un fuerte componente social y económico”, dijo a Agronoticias.
Jorge Montenegro, titular del Minagri, indicó que la moratoria cuenta con tiempo suficiente para debatirse, por lo que se debe buscar un equilibro para proteger la biodiversidad, sin desmerecer la investigación tecnológica para “mejorar capacidades económicas, sociales y productivas del campo”.
“Hay que hacer una propuesta de bioseguridad definida en consenso con el Ejecutivo, gremios y el Legislativo”, dijo a RPP.
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