El ayllu fue la base social y económica de los clanes familiares aimaras y quechuas. Será por eso que el clan de los Sulca bautizó así a la célebre empresa textil familiar que basa su fama internacional en la reproducción de los célebres mantos y unkus prehispánicos.
Edwin Sulca León es el artista emblema de este clan familiar ayacuchano, pero reconoce que la tradición tejedora viene desde sus abuelos y, como empresa, de sus padres, Teresa León Landa y Benigno Sulca Sauñe. Forman parte de la empresa, además, sus cinco hermanos y sus respectivos hijos. Por si fuera poco, incorpora medio centenar de trabajadores, entre tejedores y operarios. Todos ellos congregados en su local del barrio Yurac Yurac, en Huamanga.
El clan Sulca León sabe que la identidad nacional tiene como base su arte e industria textil. Es una tradición que se generó en la zona andina desde que el guanaco y la vicuña fueron domesticados para transformarlos en llamas y alpacas. Será por eso que los Sulca decidieron dejar de lado los diseños que predominan en las ferias y mercados para apostar por la réplica de finos mantos prehispánicos con diseños paracas, wari e incas. También optaron por reproducir los unkus y otras vestimentas usadas durante el tawantinsuyo y el virreinato.
"Es una confección que reúne a tejedores y bordadoras y que puede demorar, como mínimo, cuarenta días de arduo trabajo…". Foto: Claudia Alva
Y eso se vio hace unos días cuando en la plaza Mayor de Huamanga apareció un personaje que lucía un traje tejido con diseños wari y un imponente pectoral, así como un sombrero de cuatro puntas (típico de los wari) y su respectiva nariguera de metal. El “señor wari” llamó la atención de vecinos y turistas.
La exhibición marca una nueva línea textil del clan que, por ahora, solo se usa para ciertas ceremonias y festividades. Su fuerte, empero, seguirán siendo las réplicas de mantos y otros atuendos de las antiguas civilizaciones andinas.
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Los célebres mantos del clan Sulca se venden en las tiendas más exclusivas de Cusco, Lima y Huamanga. Cuentan con diseños elaborados por egresados de la Escuela Superior de Bellas Artes de Ayacucho. También se exhiben en ferias como las de Ruraq Maki, pero su mercado principal está en el extranjero. El precio de los mantos no baja de los mil dólares y, según reconoce el propio Edwin Sulca, es una confección que reúne a tejedores y bordadoras y que demora, como mínimo, 40 días de arduo trabajo.
“Durante mucho tiempo estuvimos confeccionando textiles con diseños contemporáneos… pero el mercado se saturó y fue entonces cuando decidimos trabajar las réplicas de los antiguos textiles como una forma de identidad cultural. Son trabajos que antes solo los veíamos en los museos, ahora ofrecemos la oportunidad de tener en tu casa tus propios mantos”, cuenta Edwin Sulca, sin dejar su telar, que es donde mejor expresa su arte y sus
conocimientos.
Manos a la obra. El maestro Edwin Sulca en su taller ubicado en el barrio Yurac Yurac de la ciudad de Huamanga, Ayacucho. Foto: Claudia Alva
“La diferencia con las piezas originales radica solo en el grosor y en la textura de la tela. Lo demás son confecciones similares. Me refiero al color, diseño y medidas. Para la producción de estas piezas contamos con un equipo de diez personas encargadas del tejido en el telar y quince mujeres que trabajan exclusivamente en la elaboración de los bordados. Hoy en día contamos con más colaboradores en nuestro taller”, añade el artista.
Sulca agradece el apoyo que tienen, pero está convencido de que ya están en condiciones de participar en ferias y otros eventos que se realizan en el extranjero. Por lo pronto, son el taller más visitado de la capital ayacuchana y también de las redes sociales.