Pablo Hernández critica al cine peruano: "Flaquea el guion, siempre salen los mismos rostros"

El cine peruano continúa renaciendo y ganando visibilidad en festivales, salas tradicionales y streaming, aunque todavía falte darle una estabilidad sostenida. Por ejemplo, 'Yana-Wara', cinta aimara dirigida por Óscar y Tito Catacora, ganadora de tres premios Apreci y dos categorías del Festival de Cine de Lima PUCP, se proyectará en las pantallas gigantes este jueves 4 de abril. En esta ocasión, Pablo Hernández, periodista y docente de Audiovisuales de la Universidad Jaime Bausate y Meza, nos ofrece una entrevista para darle un repaso a la actualidad del séptimo arte.

A través de su primer libro, 'Plan 7: mis críticas de cine' (Caja Negra, 2023), Hernández Menéndez explica —por medio de reseñas cortas— las debilidades y aciertos de las producciones peruanas e internacionales. También nos brinda su postura sobre si los largometrajes de streaming merecen ser nominados a los Oscar, así como sus impresiones de 'Oppenheimer' y la polémica en torno a 'Pobres criaturas'.

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Crítica cinematográfica

—A diferencia de la crítica literaria, ¿por qué la crítica de cine no es una labor tan acostumbrada en el Perú?

—Se debe, en parte, a que la crítica literaria es más antigua que la cinematográfica. La literatura tiene cientos de años; el cine, 115 o 120. Desde que aparecieron los medios impresos, hay crítica literaria, toda una tradición. Sin embargo, ¿cuándo empieza la crítica de cine? Más o menos en la década de 1910 o 1920, con el comienzo de las películas narrativas. Las reseñas cinematográficas siguen evolucionando en pos de encontrar su propia forma de lenguaje.

—Hay una falacia muy reproducida. Se dice que en nuestro país no se escriben tantos libros de ciencia ficción porque no somos desarrollados científicamente. En el caso del cine, ¿no hay abundancia de críticas porque en el Perú no se crean muchas películas? ¿Guarda esto relación?

—Lo que pasa es que aquí, en Perú, somos más consumidores de cine que realizadores. En los últimos años, las producciones peruanas recién están renaciendo. Este renacimiento también genera que surjan youtubers, videobloggers, personas interesadas en comentar películas.

El problema es que, a veces, los comentaristas carecen de la preparación adecuada para hacer ese trabajo. Son entusiastas, cinéfilos, pero les falta conocer de narrativa cinematográfica, lenguaje audiovisual, actuación, dramaturgia.

—En su libro, 'Plan 7: mis críticas de cine', observamos una estructura definida en cada reseña.

—Planteo cada opinión con sólidos argumentos. No es un análisis. Si lo fuese, tendría 2.000 palabras, sería más extenso. La crítica sirve para que el lector vea la cinta con otros ojos. Trato de encontrar aspectos y negativos. No apuesto por lo demoledor o decir que todo es malo. Incluso los largometrajes menos logrados presentan aspectos positivos. Hay películas alabadas también con imperfecciones. Evito los adjetivos, pues pueden ser superfluos. Prefiero la sustentación.

—¿Y cómo ideó el nombre 'Plan 7: mis críticas de cine'? ¿Cuál fue su referencia?

—Su origen se remonta a 'Plan 9 del espacio exterior', película de ciencia ficción dirigida por Ed Wood. El cineasta me interesó a partir del biopic que hizo Tim Burton, con Johnny Depp como protagonista. Usé el nombre de 'Plan 9', pero le cambié el 9 por el 7, en referencia al séptimo arte.

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Cine peruano

—Casi todas las reseñas de cine peruano solo suman 2 estrellas de 5, menos 'Autoerótica' (Andrea Hoyos, 2021), con 3,5 estrellas. ¿Cuál es el talón de Aquiles de las producciones nacionales?

—No se trabaja bien en el guion. Flaquea la historia en sí. A nivel técnico, las películas peruanas, en la actualidad, son competentes: iluminación, montaje, sonido y actuaciones. Volviendo al guion, a veces los personajes carecen de motivaciones, no hay conflictos sólidos. Y eso le resta méritos al largometraje. Sobre todo, sucede con las cintas comerciales, las que provienen de Tondero, La Soga...

—Si las fórmulas conocidas del cine nacional cambian, ¿habría efectos positivos en el público asistente?

—Hay muchos factores... Por ejemplo, se critica que siempre esté involucrado el mismo grupo de actores, que salgan los mismos rostros. El cine no solo es un arte, sino también un negocio. Obviamente, los empresarios que invierten quieren que la película sea rentable, en primer lugar. Por eso, las historias no son complicadas, siempre con finales felices, abundan momentos de comedia. Es parte de la fórmula. Hay clichés, estereotipos. La mayoría del cine comercial es hecho en Lima o te muestra el punto de vista del limeño cuando está fuera de la capital. Por ahí están las debilidades. Si le damos la oportunidad de las cintas ideadas fuera de Lima (por ejemplo, de Puno, Trujillo, Piura o Arequipa), el público tendría variedad para elegir y disfrutar.

—¿Qué película peruana lanzada en los últimos años consideraría que se escapa de los clichés?

—Una película peruana me gustó mucho, pero no llegó a los cines por la pandemia. Hablo de 'Canción sin nombre', de Melina León, en blanco y negro, se colgó en Netflix. Está ambientada en Perú, a fines de la década de los 80. Denuncia la trata de bebés y cómo son vendidos a parejas de extranjeros. Es un tema no concesivo, no busca la risa fácil, motiva a la reflexión, sin un final feliz, lo opuesto al cine comercial actual.

El futuro del streaming y los Oscar 2024

—¿Cómo la difusión del streaming está cambiando el modo de ver cine? ¿Cuál es su impresión?

—En la actualidad, surgieron Netflix, Amazon, plataformas que son alternativas para los espectadores. Creo que, perfectamente válido, es un nuevo modo de consumo. No veo que el streaming y el cine tradicional, en pantalla gigante, se entorpezcan. Pueden coexistir. Lo mismo pasó con el cine y la televisión. Cuando llegó la TV, en la década de 1950, todo el mundo auguró el fin del cine, pero no fue así.

—¿Y merecen las películas de plataformas streaming competir en los Oscar?

—Sí, claro. Lo que cambia solo es el medio de difusión, siguen siendo cine. Ahora la gente lo ve en casa, a través de computadoras, celulares. No debería haber discriminación al respecto. Aunque en los Oscar, aparentemente, sí la hay: hasta ahora, ninguna cinta lanzada por streaming ha ganado la estatuilla en la categoría mejor película. Hasta ahora, insisto...

En Hollywood hay cierto recelo con el streaming, pienso que esa situación va a cambiar con los años.

—¿'Oppenheimer', la máxima ganadora de los Oscar 2024, trascenderá en el tiempo o será olvidada?

—Lo que ha hecho la academia de Hollywood ha sido reconocer a Christopher Nolan, un cineasta de prestigio. Le ha dado aire a la academia, acostumbrada a fórmulas banales, muy cuestionada por eso, además. A diferencia del cine comercial reciente, que apela a remakes, secuelas, 'Oppenheimer' fue una propuesta nueva, contenido original. La he visto dos veces. Aunque tiene sus debilidades: Nolan no diseña bien a sus personajes femeninos. Como biopic, sin embargo, el largometraje sí será recordado.

—'Poor Things', o 'Pobres criaturas', ha sido tendencia en redes sociales por su contenido explícito. ¿El poder efectista vencerá a lo sugerente? ¿Qué se espera?

—Lo explícito no es nuevo. Recuerdo 'Bajos instintos' (Paul Verhoeven, 1992), película con Michael Douglas y Sharon Stone. Thriller erótico, un éxito. Pasa algo parecido con 'Pobres criaturas'. Hay erotismo, sí; pero también un telón de emancipación, empoderamiento femenino, lo cual alinea la película con los movimientos de hoy.

Quienes distribuyen la película destacan ese aspecto sexual para que la gente vaya al cine. Es intencional. Al fin y al cabo, es negocio.

—No se ha comentado mucho su matiz de ciencia ficción...

—Como las referencias al monstruo de Frankenstein. Parece que se ha concentrado todo en Emma Stone y su periplo vital, lo otro quedó de lado. A mí me descolocó lo surrealista, como el perro con cabeza de pato. Los comentarios, más que todo, apuntaron al morbo.

'Plan 7: mis críticas de cine' está disponible en los siguientes locales de Crisol: Lima, óvalo Gutiérrez, Jockey Plaza, San Miguel, Diagonal Miraflores y Real Plaza Salaverry.

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