La falta de ejercicio se asocia con un mayor riesgo de desarrollar una forma más grave de COVID-19 y morir como consecuencia de la enfermedad, según un estudio de la revista British Journal Sports Medicine realizado con casi 50.000 pacientes.
Las personas que habían permanecido sedentarias durante al menos dos años antes de la pandemia tenían más probabilidades de ser hospitalizadas, de necesitar cuidados intensivos y de fallecer por la enfermedad del nuevo coronavirus en comparación con los pacientes que mantenían una actividad física, se recalca en el documento subido a la web este miércoles 13 de abril.
Entre los factores de riesgo de enfermedad grave, solo la edad avanzada y el historial de trasplante de órganos superan a la inactividad física.
De hecho, frente a otros factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, “la inactividad física fue el factor de riesgo más importante en todos los resultados”, afirman.
Los factores de riesgo más asociados con un COVID-19 grave son la edad avanzada, el sexo masculino y algunas patologías preexistentes, como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.
Pero aún no se había estudiado el de la inactividad física. Para analizar su posible impacto en la gravedad de la infección, la hospitalización, la necesidad de reanimación y la muerte, los investigadores compararon la evolución de 48.440 adultos infectados con COVID-19 entre enero y octubre de 2020, en los Estados Unidos.
La edad promedio de los pacientes fue de 47 años y casi dos tercios eran mujeres (62%). Como media, su índice de masa corporal (IMC) era de 31, justo por encima del umbral de obesidad.
Alrededor de la mitad no tenía dolencias previas como diabetes, enfermedad pulmonar crónica, cardiovascular o renal y cáncer. Casi el 20% tenía uno de estos factores de riesgo y casi un tercio (32%) presentaba dos o más.
Entre ellos, el 15% se describía como sedentario (0 a 10 minutos de actividad física por semana); el 7% afirmaba respetar las recomendaciones de salud (al menos 150 minutos por semana) y el resto decía practicar “alguna actividad” (11-149 minutos por semana).
Alrededor del 9% del total fueron hospitalizados y el 2% fallecieron.
Después de tomar en consideración las diferencias por edad, origen étnico y comorbilidad, las personas sedentarias enfermas de COVID-19 tenían más del doble de probabilidades de ser ingresadas en un hospital que las más activas.
También presentaban un 73% más de probabilidades de necesitar reanimación y eran 2,5 veces más susceptibles de morir por la infección.
Los pacientes que no practicaban ninguna actividad física también tenían más posibilidades de ser hospitalizados y de morir por la infección que los que solían hacer ejercicio.