La lamentable vocación perdida por la crítica.,Una expresión patética del subdesarrollo intelectual que infecta la evolución de las ideas y afecta la creación en el Perú, es la poca vocación por la crítica y hasta el rechazo por el debate –la discusión de un tema con opiniones diferentes–, lo cual se suele reemplazar por la actitud complaciente que a nada conduce. Mi primer empleo remunerado en el periodismo fue en la revista Debate –del Grupo Apoyo– hace 36 años, en 1980, cuando el Perú salía del gobierno militar y volvía la democracia. Entonces se debatía bastante en el Perú, a diferencia de ahora. Curiosamente, la revista Debate pasó a mejor vida hace como una década. El Perú ha perdido la vocación por debatir y la creencia de que una buena discusión que incluya la confrontación de ideas y, por supuesto, la crítica, puede producir resultados superiores en lo que se viene haciendo. Eso ocurre ahora en la gastronomía peruana. Un par de columnas periodísticas del crítico Ignacio Medina sobre Mistura, y algunos comentarios de cocineros de gran trayectoria sobre esta feria, han dado lugar a un enfrentamiento furibundo en el sector, en vez de –como debiera ser– abrir un espacio valioso para que la cocina peruana ingrese a una siguiente fase a partir del recorrido notable ocurrido especialmente en la última década, incluyendo el esfuerzo de Apega. Si nos quedamos entre los que no reconocen todo lo avanzado, y los que creen que todo está perfecto, nos perderemos la gran posibilidad de que nuestra cocina sea motor del desarrollo social y económico del Perú. Lo mismo pasa hoy en la televisión peruana, donde hay un debate en progreso sobre su calidad que, a pesar de las ideas valiosas que se lanzan, produce reacciones lamentables que niegan la posibilidad de discutir un tema importante con ideas diferentes. Si nos estancamos entre los que creen que todo está perfecto en la TV peruana, y que el rating es el Dios y único indicador para medir el éxito de un programa, como creen varios; y los que quisieran aprovechar la oportunidad para recortar la libertad de expresión, nos perderemos el desafío indispensable de tener una mejor televisión que la que hoy tenemos. La falta de crítica y debate ocurre en muchos otros campos como el teatro, el cine o la literatura, donde, con pocas pero valiosas excepciones, se carece de expresiones que alimenten la posibilidad de confrontar la creación con ideas distintas y no complacientes que incomoden para mejorar. Solo se necesita creer en la posibilidad de que puede haber posiciones distintas a las nuestras que no solo sean valiosas sino hasta mejores.