Es curioso que la condena contra el exalcalde y exgobernador regional del Callao Alex Kouri, por la concesión de la «Vía Expresa» de Faucett (en realidad, una vía rápida de escasas ocho cuadras), ocurra la misma semana que el Lugar de la Memoria (LUM) subió a YouTube los «vladivideos» que provocaron la caída del régimen de Alberto Fujimori. Kouri aparece en más de una grabación en la salita del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), donde se reunió con el asesor presidencial Vladimiro Montesinos, para discutir estrategias que obstruyeran la candidatura presidencial de Alberto Andrade, para obtener fondos irregulares o para fortalecer su imagen política.En uno de aquellos videos se le observa sentado junto al ex broadcaster José Francisco Crousillat. Ambos conversan mientras esperan la llegada de Montesinos. Kouri explica que busca el apoyo del presidente Fujimori en la construcción de la Vía Expresa. «¿Y qué, y qué, cuál es el negocio?», pregunta Crousillat. «El peaje, pues».Sumados a su antigüedad, estos antecedentes hacen que el caso de Kouri tenga un inevitable sabor a flash-back. Es como si su condena por colusión desleal –por haber favorecido a la empresa Convial con contratos y addendas–, fuera el último capítulo de una novela por entregas que se remonta en el tiempo y comenzó en el año 2000. Para el juez que lo condenó a cinco años de prisión y a 26 millones de soles de reparación civil, «Resulta evidente el favorecimiento» de Kouri a la sucursal peruana de Convial, por no contar con el capital necesario, no preocuparse de pagar las fianzas requeridas y por ganar la concesión a costa de infringir normas específicas, incluidas las bases del concurso. Esa era la sensación que desde siempre quedó en el aire: si todo era tan obvio, ¿por qué Kouri seguía impune?¿Esperaba Alex Kouri este desenlace? No lo creo. Acostumbrado a hurtarle el cuerpo a la justicia, a construirse un feudo en el Callao a punta de prebendas y prácticas poco santas, a continuar en política como si nada hubiera pasado, a enfrentarse a sus críticos con prepotencia y altisonancia, el exalcalde del Callao era uno de los mayores ejemplos del político acostumbrado a salirse con la suya, y a alardear de su condición de intocable. Quizá haya quienes ya olvidaron ese desborde de mugre que fue la caída del gobierno de Fujimori, de la que Kouri fue protagonista. Esta condena vuelve a servir de advertencia para aquellos desmemoriados, que piensan que el Estado es al mismo tiempo un botín y un escudo.