La ventaja de un presidente pragmático como Kuczynski.,No deja de ser interesante que, tras una campaña larga e intensa, abundante en agravios y escasa en ideas, por parte de casi todos los candidatos, pero especialmente de los que quedaron finalistas, esté surgiendo un clamor nacional para el ofrecimiento de disculpas. Sin embargo, hoy el pedido prácticamente se concentra en Pedro Pablo Kuczynski y no en Keiko Fujimori, a pesar de que ambos dispararon toda la munición que tuvieron al alcance. La concentración del reclamo para que Kuczynski se disculpe se explica por el resultado de la votación de la primera y segunda vuelta, en las cuales él ganó la presidencia pero quedó con la tercera bancada en tamaño en el Congreso, mientras Fujimori se quedó con las ganas de ponerse la banda presidencial pero obtuvo una aplastante mayoría parlamentaria. ¿Hizo mal PPK en disparar artillería pesada contra Fujimori al final de la campaña, a pesar de que ya conocía el balance de fuerzas en el Congreso? No. Primero, porque partir el país entre fujimorismo (ella) y antifujimorismo (él) fue una razón de su triunfo, sin la cual habría perdido. Segundo, la verdad es que los dos se metieron en un fuego cruzado de igual intensidad. Sin embargo, ahora PPK podría terminar como un presidente rehén de la guardia naranja que Fujimori presentó el viernes con actitud guerrera y declaraciones que denotaban sangre en el ojo por la derrota. No obstante, PPK y los principales dirigentes de su partido se amarraron la lengua y saludaron “la madurez democrática” de Keiko Fujimori al reconocer el triunfo del rival. Esto se explica, naturalmente, por la alegría del triunfo pero, también, por el estilo personal afable y la bonhomía del virtual presidente electo, además, sin duda, de su amplia experiencia en las lides políticas en las cuales ha tenido que escuchar, cada vez que fue ministro de Estado, tremendos cargamontones de alto calibre en el Congreso y en las calles. Quizá haya pocos políticos mejor equipados que PPK para soportar, con verdadero espíritu deportivo, las andanadas de los rivales de turno. El país seguramente va a ver ahora a un presidente sumamente pragmático que, usando toda la majestad de la presidencia, no va a tener mayor problema en reunirse con quien sea con el fin de sacar adelante sus iniciativas. Empezando, por supuesto, con esa muralla china en la que puede convertirse la bancada parlamentaria fujimorista, lo cual explica su declaración del domingo en El Comercio: “No tengo orgullo, yo me disculpo”.