Justicia peruana debe juzgar, ya, a violadores del Sodalicio., Cada día que pasa, aparecen más indicios que son lo suficientemente sólidos –además, por supuesto, de escandalosamente indignantes– de cómo la organización católica Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) se pudrió porque una parte relevante de sus dirigentes no fueron nada más que una gavilla de miserables violadores o encubridores de pederastas. El programa Punto Final ofreció el domingo más evidencia de las violaciones perpetradas por dirigentes del Sodalicio que se añaden al valioso esfuerzo investigativo de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, inicialmente en ‘Mitad monjes, mitad soldados’ y luego con los informes que se están publicando en La República. El país le debe un agradecimiento a Salinas y Ugaz por sus esfuerzos en destapar un escándalo que venía ocurriendo al interior del Sodalicio, y que, a pesar de que aparecían denuncias por aquí y por allá, no producían una reacción al interior de los directamente responsables dentro de la iglesia de procesar las denuncias que, más bien, eran escondidas debajo de algunas sotanas que hoy deben asumir su responsabilidad por su omisión criminal. Por supuesto que no se puede generalizar, pues en el Sodalicio hay personas decentes e interesadas en trabajar en beneficio de la gente, pero ello no impide concluir, a partir de todos los testimonios que se han recogido de jóvenes que fueron abusados física, psicológica y sexualmente, que su dirigencia era dominada por una gavilla de miserables violadores o encubridores de pederastas. La propia iglesia tiene sus mecanismos para procesar este tipo de hechos execrables. Asimismo, es lamentable que, con frecuencia, no se haya tenido la rapidez ni el rigor para sancionar a estos violadores o protectores de violadores de todas partes del mundo, desde México hasta Chile, o en Estados Unidos, particularmente los casos desnudados por The Boston Globe a través de su unidad de investigación Spotlight, cuyas cabezas ocupan hoy cargos distinguidos en iglesias romanas. Pero mientras eso ocurre, con la velocidad que quieran los conductos religiosos, ya es momento de que la justicia peruana, a través de la policía, la fiscalía y las cortes, avance con decisión frente a estas denuncias, tal como lo planteó hace unos meses la Conferencia Episcopal Peruana. ¿Cuándo veremos extraditados y presos a estos violadores o encubridores de pederastas, por sus delitos, o es que por sus buenos contactos con el poder, estos miserables van a eludir a la justicia y no van a ir a la cárcel?