La segunda vuelta será un gran juego de risk de 45 días., La segunda vuelta que se definirá dentro de 45 días puede ser interpretada, como tituló ayer La República, “un vuelco a la derecha”, pero no por ello dejará de ser una competencia compleja como un gran juego de Risk. Hay, por supuesto, encuestas que se hicieron hasta la semana pasada sobre distintos escenarios de la segunda vuelta, incluyendo la posibilidad que se concretó el domingo para que los dos finalistas del 5 de junio sean Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. Según todas las encuestas dicha final sería ganada por PPK. No obstante, y pese a que esta columna mencionó hace unas semanas que el que quedara segundo en la primera vuelta podría haber comprado, en la práctica, un boleto preferencial para ganar la presidencia, lo cierto es que la segunda vuelta constituye una nueva partida en la que el naipe se baraja y vuelve a repartir, y en donde, finalmente, todo puede pasar. Eso no quiere decir que el resultado de la primera vuelta no interese. Al contrario, es sumamente relevante pues significa un caudal de votos que ya se han conseguido y que conforman un piso mínimo que no se puede perder y al cual se le agregarán todos los otros votos que se puedan ganar. Es decir, en la segunda vuelta, los competidores tratan de no perder ningún voto que ya tienen en la alforja y se dedican a conquistar todos los otros votos que sean posibles con el fin de ganar la presidencia. En el caso de la segunda vuelta 2016, Keiko Fujimori ingresa con casi el 40% de los votos válidos, lo cual constituye un piso muy importante para concretar su aspiración. Necesita poco pero necesita, y PPK tratará de evitarlo a toda costa. Primero, volviendo la segunda vuelta como un parteaguas dramático entre el fujimorismo y el antifujimorismo, que es hoy en día el principal clásico de la política peruana. Segundo, seduciendo al votante de otros lados, como los de Acción Popular, Alianza para el Progreso, o el Apra. Pero el más importante será el de la izquierda de Verónika Mendoza, un espacio interesante pero riesgoso, pues un pacto formal con el Frente Amplio puede implicar que PPK pierda algunos votos a favor de KF. Asimismo, como es claro que un izquierdista está lejos de votar por el fujimorismo, este sector podría ir automáticamente a PPK o, en el peor de los casos, votar en blanco, que es lo que parece estarse cocinando en el Frente Amplio: no apoyar a ningún candidato de la segunda vuelta y decidir que en el lustro 2016-2021 serán oposición a cualquiera de los gobiernos ‘de derecha’ que se elija el domingo 5 de junio.