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Sociedad

Banco Mundial explica por qué la economía de Perú y Latinoamérica no ha 'crecido' en un siglo como Europa y Asia

A pesar de su riqueza en recursos naturales, Latinoamérica enfrenta un estancamiento económico que contrasta con el desarrollo de Europa y Asia. William Maloney, economista jefe para la región del Banco Mundial, analizó las causas y propone soluciones para revertir esta tendencia.



Banco Mundial explica por qué la economía de Perú y Latinoamérica no ha 'crecido' en un siglo como Europa y Asia. Foto: composición LR / Samuel Sánchez /
Banco Mundial explica por qué la economía de Perú y Latinoamérica no ha 'crecido' en un siglo como Europa y Asia. Foto: composición LR / Samuel Sánchez /

La economía de Latinoamérica, rica en recursos naturales y con un potencial geográfico privilegiado, no ha logrado despegar al nivel de otras regiones como Europa y Asia. Aunque a inicios de 1900 países como Argentina, Chile o Uruguay tenían indicadores comparables con los de economías como España, Suecia, Alemania, Francia y Japón, el avance en el último siglo ha sido desigual. Esta realidad, analizada por el Banco Mundial, revela las profundas brechas estructurales que han limitado el crecimiento en Sudamérica y América Latina.

Desde la falta de inversión en tecnología hasta sistemas educativos poco competitivos, los retos económicos de la región no solo frenaron el progreso, sino que también dejaron a la región rezagada frente a las grandes potencias económicas. Según Bloomberg Línea, el PIB de la región es apenas el 0.62% en comparación con el 2.62% global.

¿Por qué la economía de Latinoamérica no ha ‘crecido’ en 100 años, según el Banco Mundial?

William Maloney, economista jefe para la región del Banco Mundial (BM), señaló durante un panel de expertos del BM y el Ministerio de Economía de Uruguay, desarrollado el 13 de noviembre, que el principal problema de Latinoamérica fue la incapacidad de aprovechar la materia prima en sus industrias, debido principalmente a la dificultad de incorporar tecnología.

“Nosotros no despegamos, seguimos planos o caímos durante un siglo. Chile dominó el mercado global en minería, éramos grandes el siglo pasado. Tenía casi el 40% del mercado del cobre, pero luego bajó a medida que otros productores fueron más eficientes con precios menores", indicó.

Siguiendo el mismo caso, el economista explicó que, a diferencia de la nación sudamericana, el segundo productor de cobre del mundo en 1860, Japón, se desarrolló. Tres empresas del país nipón (Sumitomo, Hitachi y Fujitsu) que empezaron explotando este metal, lograron trascender y hoy son referentes en el mundo en otros rubros relacionados con la tecnología.

"El problema no era el cobre, ¿dónde está el Sumitomo de Perú o el Hitachi de Chile? No supimos aprovechar la materia prima que tenían nuestras industrias”, sostuvo.

Chile es el mayor productor de cobre, según Statista. Foto: AFP

Chile es el mayor productor de cobre, según Statista, pero no logró industrializarse como Japón, que por muchos años ocupó el segundo lugar en la explotación de este mineral. Foto: AFP

¿Por qué Latinoamérica no se industrializó como Europa o Asia?

Asimismo, el economista jefe para la región del Banco Mundial explicó que no pudo impulsar la tecnología necesaria para desarrollar su industria, como lo hicieron países como Alemania, Japón y Corea del Sur, tras no tener la capacidad de hacerlo.

“La región entró en la segunda revolución industrial sin armamento, sin poder aprender de las tecnologías que debía haber empleado. Suecia y Dinamarca tenían los mismos ingresos que Argentina, Chile y Uruguay, pero además tenían cinco veces más ingenieros percápita que Latinoamérica, España o Portugal", detalló Maloney.

Un caso paradigmático es Perú, cuya economía sigue dependiendo principalmente de la minería. Aunque esta industria genera ingresos significativos, no se ha traducido en una industrialización que fomente la creación de empleos de alto valor agregado.

El especialista agregó algo que podría parecer insólito: la industrialización de América Latina estuvo encabezada por los extranjeros que llegaron a la región y vieron oportunidades de negocio que no fueron antes visualizadas por los ciudadanos locales.

"La industrialización estuvo en cabeza de los foráneos, principalmente en Argentina, con el 80%. En Chile, con el 70%, Colombia con el 60%, México con el 50%”, agregó.

Según Maloney, esto pudo deberse a que “quizás ellos tenían algún conocimiento específico de la industria, o pensaban distinto, tenían un chip diferente para pensar en oportunidades y contertirlas en nuevas industrias. Nosotros dependimos de otros y eso cambió las políticas", indicó.

 Una de las razones por las que a Latinoamérica le costó industrializarse se debe a la poca cantidad de ingenieros. Foto: Numan.<br><br>

Una de las razones por las que a Latinoamérica le costó industrializarse se debe a la poca cantidad de ingenieros. Foto: Numan.

¿Cómo puede Latinoamérica crecer como las potencias económicas?

Para cerrar la brecha con Europa y Asia, el Banco Mundial propone un enfoque multifacético que permita a Sudamérica impulsar su economía. Una de las prioridades es la reforma educativa, que debe centrarse en la formación en ciencias, tecnología e ingeniería.

En ese sentido, el economista enfatizó que “si las tasas de adopción de tecnología en Latinoamérica son bajas es porque no se está invirtiendo por un miedo al fracaso y a no tener un retorno del 200% del capital invertido, pero también porque no cuenta con el personal idóneo que lidere los procesos de innovación”.

"Antes de poner subsidios a la innovación e invertir en el desarrollo, el Gobierno y las empresas deben preguntarse: ¿tengo personas que puedan llevar esas ideas hacia adelante", mencionó.

En ese sentido, destacó los siguientes puntos:

  • Aumentar la demanda de innovación en el sector privado
  • Facilitar la entrada de firmas innovadoras en las empresas, dejando de lado el miedo al riesgo y apostar
  • Tener el capital humano idóneo
  • Fortalecer la conexión entre universidades de alta calidad y el sector privado
  • Desarrollar las instituciones de investigación financiadas de manera pública
  • Mejorar la calidad de gobernanza y la implementación de políticas de innovación
  • Brindar programas duraderos y consistentes, porque “invertir en una nueva tecnología lleva de 5 a 10 años”.