Precio del dólar HOY en Perú
Sociedad

COVID-19: Estado aún no adquiere pruebas moleculares hechas en el Perú

Barreras. Kits comprados proceden de Norteamérica y Asia. Productores locales no postulan a concursos porque no solo se piden los test, sino equipos e insumos plásticos. INS dice que se necesita la prueba “completa”.

Prioridad. Urge que el nuevo Gobierno extienda el número de pruebas moleculares en todo el país para rastrear los contagios. Foto: Antonio Melgarejo / La República
Prioridad. Urge que el nuevo Gobierno extienda el número de pruebas moleculares en todo el país para rastrear los contagios. Foto: Antonio Melgarejo / La República

El Perú cuenta con, al menos, tres iniciativas científicas para la producción de pruebas moleculares que permitan el diagnóstico del COVID-19. Una de ellas, incluso, ya se fabrica, comercializa y tiene autorización excepcional desde hace cinco meses. Sin embargo, a la fecha, el Estado no ha adquirido estos productos.

Esto ha sido confirmado por el Instituto Nacional de Salud (INS), así como por el equipo de investigadores sanmarquinos de la empresa BTS Consultores, cuyo kit de diagnóstico molecular de bajo costo –el primero fabricado en el país– ha despertado gran interés en laboratorios privados. Incluso, están a punto de tramitar su registro sanitario para su exportación. Por ahora, no han participado en las convocatorias del sector público ante una aparente falta de conexión entre las necesidades del Estado y la innovación local.

“Ya lo usan laboratorios de Lima y provincia, pero no el Estado. Este último compra a través de términos de referencia (características técnicas) y, lamentablemente, no son solo condiciones para la adquisición de kits, sino también pide a los proveedores equipos e insumos plásticos. Si presentáramos la propuesta al concurso solo ofreciendo los kits, nos descalificarían porque no cumplimos con los otros requisitos. Por el momento es una barrera”, respondió a este diario la directora de investigación de BTS, Milagros Zavaleta.

Su prueba RT-PCR, similar a las ya conocidas y recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se fabrica en la primera planta de producción en el país, también de dicha empresa. Cada kit contiene 100 pruebas y cada una cuesta 20 soles sin IGV. Su producción estimada es de un millón al mes.

En medio de la aparición de la variante Delta y las demandas del Colegio Médico para aumentar el uso de los test, a esta iniciativa, que es la más avanzada, se suman otras que pronto estarán listas, como la prueba molecular rápida de saliva, del equipo de Edward Málaga-Trillo, y el kit de la empresa IncaBiotec y la Universidad Nacional de Tumbes.

El proceso de compra

Desde marzo del 2020, las pruebas moleculares adquiridas por el Estado proceden de Estados Unidos, China, Corea del Sur, Taiwán, Canadá, según el listado de la Central de Compras Públicas (Perú Compras).

Para este proceso, primero, el INS envía su requerimiento a Perú Compras, la cual luego invita a cotizar a los diversos proveedores en el rubro. Según esta institución, una vez recibidas las cotizaciones, un equipo del INS las evalúa a fin de verificar si el producto cumple o no con las especificaciones técnicas y plazos. Cuando determinen qué cotizaciones lo hacen, Perú Compras debe elegir la oferta de menor precio y proceder a la contratación directa, en el marco de la emergencia sanitaria.

Así, en el caso de BTS, llegó a darse el contacto de Perú Compras; sin embargo, no lograron presentarse por las condiciones del concurso. “El Estado pide kits con ciertas características. Con eso sí cumplimos, pero con lo que no podíamos cumplir era que, además, teníamos que presentarle equipos en esquema comodato (préstamo) e insumos plásticos. Nosotros no fabricamos eso, ni estamos enfocados en la venta masiva de equipos, sino en la producción”.

Óscar Escalante, representante del INS, dice que lo que solicitan es la “prueba molecular completa”, que incluye kits de extracción y amplificación, y los consumibles (tubos, gradillas, pipetas). “Las especificaciones técnicas reflejan la necesidad de la institución. Tenemos tres estrategias: automatizada y semiautomatizada, donde pedimos equipos (en préstamo); y una manual donde solicitamos los componentes por separado. Pero esta última no tiene mucha demanda, necesita más recurso humano, plazos largos y retrasa el diagnóstico, que en promedio está dentro de 24 horas. Además, hay laboratorios que no tienen equipos principales, por eso hacemos ese pedido”.

El INS y los investigadores coinciden en la necesidad de viabilizar el uso de los productos nacionales, cuyo desarrollo ha promovido el mismo Estado. Para Escalante, estas innovaciones podrían estar dirigidas al primer nivel de atención en regiones, donde se puede usar el procedimiento manual, sin equipos grandes. “Hay que ver la forma de apoyar estos recursos. Otra manera sería que los productores de estos kits puedan consorciarse con una empresa nacional para ofrecer la prueba molecular completa”. Queda pendiente saber si el nuevo Gobierno afinará esta conexión.

León-Velarde: “Aún no se da una articulación completa”

La investigadora Fabiola León-Velarde, exjefa de Concytec, dice que cuando se trabajan pruebas moleculares, u otro dispositivo que puede ser exitoso, el Estado y los investigadores deben dialogar previamente sobre los requisitos que se pedirán para su certificación y validación. “Dentro de las normas de proveedores tendrían que considerar a aquellos producidos en el Perú, bajo la hoja de ruta acordada”.

“Si las instituciones de la salud dicen que estos cumplen con los requisitos, se necesita una normativa que permita adquirirlos. Aún no estamos lo suficientemente articulados para que fluya y haya un círculo virtuoso”. Agrega que una vía de articulación es la Ley del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Newsletter COVID-19 en Perú de La República

Suscríbete aquí al boletín de La República y recibe a diario en tu correo electrónico toda la información sobre el estado de emergencia y la pandemia de la COVID-19.

Periodista por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Reportera de la sección Sociedad y trabajó en el suplemento Domingo de La República. Integrante de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes. Fue becaria de Cosecha Roja y del Laboratorio de Periodismo Situado. Colaboradora de la revista Anfibia, de Argentina. Coautora de los libros de crónicas Rosario, ciudad Anfibia y Generación B: Jóvenes de la Esperanza. Participó en una pasantía en la Universidad Católica de Milán, en Italia, y en el intercambio periodístico EQDA, en Suiza. Ha ganado concursos nacionales de periodismo. Busca explorar y aprender más sobre educación, salud, violencias, innovación, comunidades originarias y derechos humanos.