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Sociedad

Incendio en la Amazonía: Guerreros de incendios forestales

Labor. El Perú cuenta con 200 bomberos forestales del Sernanp y 14 trabajan en Madre de Dios. Hace un mes, estos especialistas y otros del Ministerio de Cultura controlaron uno de los incendios más riesgosos del año: el de la zona arqueológica de Kuélap.

Por: Milagros Berríos

El martes 6 de agosto, a la medianoche, una camioneta llegó a uno de los puestos de vigilancia del Parque Nacional Coto de Caza El Angolo, en Piura, y, al verla, el guardaparque Alí García Cruz solo pensó en lo peor.

Era la primera vez en sus siete años de trabajo en esa zona que un vehículo viajaba por más de tres horas entre quebradas y carreteras casi inaccesibles para darle un mensaje a él y a su compañero. “Pensé que nos diría que un familiar había muerto”.

A los minutos, García Cruz, de 38 años, a bordo de aquella camioneta, comenzaba un viaje por carretera y, luego por aire, hacia Chiclayo (Lambayeque), Jaén (Cajamarca) y Amazonas. Veinte horas después llegaba al distrito de Tingo, en la provincia amazónica de Luya. Allí se registraba el más riesgoso incendio forestal de los cerca de 140 del último mes, uno que amenazaba al sitio arqueológico preincaico de Kuélap. Era el de mayor magnitud reportado en esa zona, según el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci).

Para eso, Alí García y otros 21 guardaparques bomberos forestales del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) habían sido convocados de emergencia: para apagar el fuego que durante dos días, por el calor de las mañanas y el viento de las tardes, solo se reavivaba. En esta labor no eran los únicos, los acompañaban más de 50 brigadistas del Ministerio de Cultura, quienes también llegaron a la zona con la misión de acabar la emergencia el mismo día que comenzaban a atacarla.

Desde el domingo 4 de agosto, cuando la quema de pastizales dio inicio a la emergencia, ya se habían movilizado más de 120 personas: comuneros con machetes, ramas y sin protección; bomberos de las compañías de Chachapoyas, Utcubamba, Bagua y Pedro Ruiz, que reportaron heridos y sofocados; personal del Ejército y la Policía; el alcalde Newman García; así como Defensa Civil y Cultura, incluidos el jefe de Indeci, Jorge Chávez, y el ministro Luis Castillo. Incluso, usaron por un día el equipo para lanzar agua desde un helicóptero (Bambi Bucket).

Sin embargo, frente al agotamiento y el avance del fuego, el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) convocó a más de 50 bomberos forestales: los únicos especialistas en estas emergencias en el país. Ellos son los que se movilizan desde el Cusco (Machu Picchu, Sacsayhuamán, Camino Inca), Piura y otras áreas cuando los incendios forestales ya no pueden controlarse con personal local.

De los 400 guardaparques del Sernanp –profesión considerada de alto riesgo según la WWF–, 200 están capacitados en estas emergencias y cuentan con uniformes e implementos especiales como matafuegos, rastrillo, machete para apagar el incendio sin usar agua, entre la vegetación y altas montañas.

Los últimos incendios forestales (ya controlados), en la provincia de Tahuamanu (Madre de Dios) y en el Parque Nacional Sierra del Divisor (Loreto), mantienen en alerta a los guardaparques de la zona. La primera región cuenta con 14 agentes, de los cuales dos ya son instructores.

La llegada del equipo especial, como los que estuvieron en Kuélap, se da previa solicitud de una autoridad. “Por ahora no hemos recibido ninguna, tampoco de Bolivia o Brasil, pero estamos listos para colaborar”, dice el jefe de Sernanp, Pedro Gamboa, a quien le preocupa una cifra: de los 14 incendios forestales en áreas protegidas, 12 han ocurrido en los últimos 25 días.

“No es raro que ocurran incendios forestales, lo raro es que se den en tan pocos días”, dice.

En acción

El miércoles 7 de agosto, a la medianoche, Alí García seguía sin dormir desde que salió de Piura. A las 3 de la mañana, después de un pequeño descanso, ya estaban listos en la plaza de Tingo. Algunos brigadistas de Cultura habían dormido en el local comunal, con colchones compartidos y sin frazadas. Todos decían que no tenían sueño.

A las 4 de la mañana ya estaban en la montaña, a más de 3.000 msnm, en medio de las 300 hectáreas afectadas, la vegetación quemada y las cenizas.

Escarban la tierra y asfixian el humo con los golpes de sus planchas, machetes y pala.

Llevan sobre sus espaldas galones de agua solo para enfriar la vegetación quemada. Retiran el combustible (vegetación) y hacen trochas. “El fuego se esconde. Crees que ya se apagó, pero vuelve a salir”, dice el líder de guardaparques, Viller Flores.

Saben cuando el viento no los ayuda a trabajar, cuando una aparente nube negra amarillezca es, en realidad, el humo de un incendio, o cuando una sencilla planta como la achupalla retiene el calor para convertirse en una peligrosa chispa. Eso explicaban en Kuélap el día que llegaron, el mismo día que se declaró extinguido el incendio.

La clave

- Edgar Ortega, director de respuesta de Indeci, explica que los especialistas en incendios trabajan según el tipo de vegetación, las condiciones de los vientos y la geografía de la zona.

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