Corte de agua en Lima HOY: ¿en qué distritos?
Política

Mejor que se vayan pronto

“Es falso que estemos atravesando una situación de colapso económico, como un sector de la derecha peruana quiere inventar”.

Tafur
Tafur

La combinación de un gobierno mediocre (véase el torpe manejo del proyecto Tía María) y una oposición mayoritaria obtusa, genera una atmósfera política que solo puede conducir a escenarios disruptivos indeseables. En esa medida, el adelanto de elecciones planteado por Vizcarra puede ser un involuntario rapto de lucidez política.

Al paso que vamos, de acá al 2021 la democracia peruana llegaría absolutamente desprestigiada y propiciaría que surjan y prosperen candidaturas que ofrezcan desandar todo lo construido en las últimas décadas, que a pesar de la corrupción endémica tiene mucho de positivo que exhibir en materia de estabilidad macroeconómica y solvencia democrática.

La creciente irritación popular es de tal hondura que embalsarla dos años más hará que la ciudadanía se acerque a las urnas el 2021 con el ánimo de echar por tierra no solo el agua sino también la batea.

Por cierto, dicho peligro no se eliminaría por completo si se adelantan las elecciones, pero se atenuaría enormemente. No solo porque el corto tiempo correría a favor de las agrupaciones políticas ya constituidas sino porque la realización de un referéndum previo a las elecciones desfogaría en alguna medida el exaltado malhumor cívico.

Fuerza Popular, el principal escollo a sortear para lograr que el Congreso apruebe el adelanto, debería ser el más interesado en que ello ocurra. Ni siquiera con Keiko en libertad durante la campaña (si el Tribunal Constitucional termina por permitirlo) será protagónica el 2021. Si se realizan las elecciones un año antes, las posibilidades partidarias adquieren mejor perspectiva (aun cuando igual sea difícil prever algún éxito electoral dado el profundo descrédito en el que se encuentra).

Los candidatos disruptivos van a aparecer igual, porque a ello predispone la convulsión política que vivimos, la menor dinámica económica y la crisis moral desatada. Pero el adelanto de elecciones los perjudicaría. Las opciones centristas, tanto de derecha como de izquierda, podrán cosechar mejor si las elecciones se llevan a cabo pronto, en abril del próximo año.

No tiene sentido alguno alargar la agonía. Y está probado que es perfectamente constitucional proceder en ese sentido. La transición democrática estrenada el 2001 ya se agotó por completo y lo sano es que su proceso de renovación no pase por regalarles municiones a los aventureros que so pretexto de iniciarlo, conduzcan al país a un infierno social, económico y político.

Es falso que estemos atravesando una situación de colapso económico, como un sector de la derecha peruana quiere inventar, pero sí afrontamos una serísima crisis de legitimidad de la institucionalidad democrática del país. Al enorme desapego político que ya caracteriza al Perú se le suma el corrosivo malestar que la corrupción pública genera. Ante una situación excepcional, que amenaza con agravarse conforme pase el tiempo sin que le pongamos coto, es menester pensar una salida igualmente excepcional.

No parece ser el presidente Vizcarra un brillante estratega político. Por el contrario, ha demostrado más torpeza que habilidad en muchas de las decisiones que ha tomado. Pero convertir lo que debió ser un mandato normal en uno de verdadera transición, puede ser el mayor de sus aciertos.

La del estribo: empezó el festival de cine de Lima. Aún quedan algunas entradas y no pocas ya se hallan en su proveedor favorito. Consejo: hacer un mix entre lo que recomiendan Ricardo Bedoya en su blog paginasdeldiariodesatan.com, Juan Carlos Fangacio en El Comercio, Luis Vélez en La Mula y Alberto Castro en Útero.

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