"La economía de EEUU ha podido crecer gracias a los “esteroides” del relajamiento cuantitativo otorgado por la FED. Pero ese crecimiento no ha producido un aumento de la productividad".,En las últimas semanas los índices de las bolsas de valores mundiales se han desplomado. Los analistas nos dicen que estaría terminando el alza sostenida de los precios de las acciones (mercado toro, o “bull market”) y estamos entrando a un reflujo (mercado oso, “bear market”). Eso tiene varias causas. Una es la guerra comercial comenzada por Trump contra China, que ya está reduciendo las tasas de crecimiento del comercio y del PBI mundial. Otra: el alza sostenida de las tasas de interés en EEUU desde hace dos años, después de más de 8 años de tasas de interés en casi 0% impuestas por el banco central (FED) para poder salir de la gran recesión del 2008 y 2009. Esta es la gran crítica de Trump al jefe de la FED, Jerome Powell. Otra causa, que se analiza menos, es el efecto de la política de “relajamiento cuantitativo” de la propia FED, que ha consistido en dotar de una enorme liquidez a los bancos y las empresas mediante la adquisición de los instrumentos de deuda del Estado y de las empresas, política que también ha sido seguida por el Banco Central europeo. Sobre este tema y su incidencia en la deuda de las empresas queremos incidir en este artículo. Dice Carmen Reinhart, de la escuela de gobierno Kennedy de Harvard (1), que podríamos estar frente a una situación parecida a la del 2008, cuando centenares de miles de millones de dólares de las llamadas “hipotecas basura” fueron empaquetadas y vendidas a los inversionistas en los mercados financieros internacionales. Esta venta de papeles “truchos” contó con la anuencia de las calificadoras de riesgo internacionales (Moody’s, Firch, Standard and Poor’s) que les otorgaron el calificativo de Triple A, lo que fue luego duramente criticado por el Presidente Obama. Lo que ahora está sucediendo, dice Reinhart, es que ha aumentado enormemente la deuda del sector empresarial en el mundo, tanto de los países avanzados como aquella de los llamados “mercados emergentes”. Pero, ojo, el problema no está tanto en la deuda de estos últimos, sino en la deuda en bonos de empresas de EEUU. ¿Por qué? Porque las emisiones de bonos más recientes proceden de deudores de baja calidad. No solo eso. Se han relajado las cláusulas contractuales de estos instrumentos, que debieran garantizar el cumplimiento de las condiciones y minimizar el riesgo de no pago. Dice Reinhart: “Las emisiones con cláusulas contractuales laxas están en aumento y ya equivalen a cerca del 80% del stock de deuda”. Por tanto, ahora hay agentes en el mercado que buscan estas deudas (con muy pocas garantías) para empaquetarlas y venderlas. Para ellos, “el volumen es un objetivo en sí mismo, incluso si eso implica rebajar los criterios de calificación crediticia de los deudores. La proporción de ‘eslabones débiles’ (deuda empresarial con calificación B- o inferior, es decir, con perspectivas negativas) ha crecido marcadamente desde 2013 2015”. ¿Cuál es el peligro? Dice Reinhart que un patrón recurrente es que las semillas de las crisis financieras se siembran en los buenos tiempos, es decir aquellos, como los actuales, de crecimiento de la economía de EEUU. Pero el ciclo de alza puede terminar abruptamente. Dicho de otro modo, en algún momento cesa la fase de bonanza del ciclo de flujos positivos de capitales, que incentiva la compra incesante de estos bonos creyendo que la burbuja nunca reventará. El fondo es que la economía de EEUU ha podido crecer gracias a los “esteroides” del relajamiento cuantitativo otorgado por la FED. Pero ese crecimiento no ha producido un aumento de la productividad, sino que “ha estado orientada a aumentar la oferta de activos financieros, lo que nos encadenó a un juego mundial de esperar a que en algún lugar aparezca la próxima burbuja”. Si esta burbuja estalla, se producirá el efecto contagio a la deuda empresarial de los “mercados emergentes”, lo cual afectará a casi todos los países de la región, incluido el Perú, cuya deuda privada corporativa llega al 17% del PBI. Volviendo al principio. La caída de las bolsas no es siempre un indicador directo de la “salud” de una economía. Pero, ojo, este “mercado oso” se produce cuando ya tenemos 10 años de crecimiento desde la recesión del 2008, con una economía inflada con esteroides, con una pugna por la hegemonía mundial en marcha (guerra comercial y tecnológica) y, también, con alzas en las tasas de interés que son importantes para el desempeño de la economía pero que van también a tener impacto en la situación financiera de las empresas deudoras de baja calidad que equivalen al 80% del stock total de deuda. Una especie de cuadratura del círculo, con Trump incluido. 1) “El mayor problema de deuda emergente está en EEUU”, 20/12/2018, https://www.project-syndicate.org/