Honestamente, países como México o Brasil, están hoy 2018 a varios exabytes de Perú.,Luego de tres años de seguir al CADE online desde Oslo, volví este año al presencial. Siempre hay expectativas, y aunque no todas se satisficieron, me quedo con una frase de Gonzalo Aguirre que iba algo así: “Si no nos enfocamos en lo realmente importante, corremos el riesgo de volveros irrelevantes”. Recién estuve en México, en una inmersión dentro de las últimas tendencias del sector tecnologías de la información y comunicaciones-TIC y siguiéndole la pista a su adopción en Latinoamérica. Honestamente, países como México o Brasil, están hoy 2018 a varios exabytes de Perú. Por decir, la sensorización inteligente de todas las cosas (el “Internet de las Cosas”-IoT) está desplegada en casi todas las industrias tradicionales, la alfabetización digital es considerablemente mayor y, en el caso de México, la probable adopción de una tecnología tan disruptiva como “blockchain” (una forma de dar total transparencia a las transacciones y por tanto blindarlas de, por ejemplo, manipulación y corrupción) en el estrenado gobierno de AMLO, es inminente. Volviendo al CADE y lo de la irrelevancia, un informe presentado por CISCO –comentario aparte: ¡qué cosas tan disruptivas están haciendo con las novísimas “redes intuitivas”!– indicaba que el nivel de preparación digital de un país guarda relación con su PIB per cápita, que se traduce básicamente en productividad. Esto ya debe ser un mantra, pues el futuro que se viene, digamos 2022, indica que el 51% de todos los dispositivos/cosas en el mundo estarán conectados a Internet, produciendo inteligencia y billones de datos que alguien tendrá que valorar y aprovechar. Ese futuro se presenta tan sofisticado que preocupa saber si llegará al Perú con toda su potencia o si solo pasará como una estela que unos muy muy muy muy muy pocos podrán –acaso– ver. Ser irrelevante, no ver que se viene la ola de lejos, y esperar pasmado a que te revuelque.