En el legislativo, su presidenta derramó lisura, primero con su sorprendente tondero “Yo soy así”, y luego se consagró con la polca “No saben con quién se han metido”. ,Tras el fracaso del aburrido vals nacionalista “Esa no es mi letra”, una entusiasta camada de otoñales compositores criollos se gestó el 2016. El mandatario electo aportó una torpe reedición decimera: “Tú no has cambiado pelona”, aunque antes ganó pifias con su landó “Nunca en tu perra vida”. Con los meses, se forjaron las bases de la jarana que revitalizó esta excelsa fecha criolla. Una cosa es con guitarra, y otra con cajón. En el legislativo, su presidenta derramó lisura, primero con su sorprendente tondero “Yo soy así”, y luego se consagró con la polca “No saben con quién se han metido”. Su sucesor aportó la limeñísima “Interpelación y censura”. Mejor destino tuvo el esforzado intento de quien hoy lo reemplaza, pues su incomprendido tema “Ubi” se reivindicó con “Licencia temporal”. Aporte ministerial fue el alcatraz “Cómo es la nuez”. Expectorado el primer dignatario, la criollísima bancada mayoritaria regaló, desde Pomalca, “A mí nadie me amilana”, zamacueca que obtuvo platino CNM. Después se desclasificaría el libro naranja que alberga los secretos de la composición neocriolla y el país abrazó su LP “Conversación privada”. Allí se plasmaron joyas como “El malnacido”, plañidero guitarreo inspirado en el nuevo presidente, o el ya célebre tributo a la infidelidad: “Solitos lo blindamos”, para muchos, un vil plagio a los legendarios “Cuellos blancos del puerto”. Atrás quedaron inefables valses como “Quien no la debe no la teme”, “¿Por qué tanto odio?”, “Caiga quien caiga”, o la manida marinera “Un paso al costado”, de “Los hermanitos caviares del criollismo”. Su segundo LP fue: “Persecución política”, el de los himnos “Debido proceso”, “Peligro de fuga” y “Prisión preventiva”. Ayer en peña “La Botica” escuchamos estas piezas notables, pero un reguetonero, integrante de “Organización criminal”, nos sacó de contexto y su hit “Estoy Chihuán” robó los aplausos protocolares. “Los mermeleros del periodismo” fueron opacados. Cuestión de confianza, porque amar no es un delito, es una falta ética.