Señor “Hermanón”, sus nuevas pastillas no levantan la moral, la pervierten.,En el ocaso de su vida, Ricardo Belmont ha recobrado protagonismo en la política peruana postulando a la alcaldía de Lima, pero no por sus propuestas. La añeja estrella de la tele ha demostrado que está en forma y, siempre tan criollo él, ha hecho match –como diría una congresista– con algunos de los rasgos más primitivos de nuestra sociedad: la xenofobia, el machismo y la falta de palabra. Son estas profundas taras de convivencia y ciudadanía lo que explota el “Hermanón” con cínicos modales de “hombre con calle”. Primero saltó a la palestra con un discurso falaz y populista. En un video que se viralizó a fines de agosto aseguró que los venezolanos vienen a quitarle el trabajo a los peruanos. Que a fin de año llegarán al millón, con todos los beneficios que los peruanos no tienen, y que iban a votar en estas elecciones. Luego firmó el Pacto Ético Electoral en el que se comprometió a asistir al debate del JNE. Días después, optó por no asistir al evento aduciendo que no le sumará votos. Este último lunes, el hermanón nos volvió a sorprender durante un mitin en San Juan de Lurigancho. “Ojo, no soy cosito, ella de vez en cuando me agarra la cosita”, dijo Belmont, otra vez tan criollo el “Hermanón”, aludiendo a su esposa quien estaba parada a su lado en el estrado sin decir una palabra. Antes, el aspirante a la alcaldía de nuestra capital, que sigue segundo en las encuestas, había dicho que "las mujeres venezolanas están bastante potables y papeadas". Boicoteando a sus competidores más serios y, siguiendo el elusivo juego de Reggiardo, ahora amenaza con un debate paralelo el mismo día que el debate oficial que despreciaron. “Criollada” de esquina que tantos valoran. “Perú Libertario” se llama el partido por el que postula, rojo entre los rojos y sin ningún plan serio de gobierno. Señor “Hermanón”, sus nuevas pastillas no levantan la moral, la pervierten.