"Aquel candidato que logre seducir al electorado fujimorista desencantado de Keiko Fujimori no solo será protagonista el 2021 sino que seguramente tendrá las mayores posibilidades de triunfo".,La gran pregunta política de acá al 2021 es adónde se irán los millones de votantes que Keiko Fujimori ha perdido por culpa de sus errores coyunturales, su desenfoque ideológico y la actitud obtusa desplegada en los últimos meses. Según GFK, en agosto del 2016, Keiko Fujimori era aprobada por el 47% de los ciudadanos. En la última medición su aprobación es de apenas 13%, una pérdida de 34 puntos, un drenaje masivo de electores, ciudadanos y potenciales votantes. Por cierto, no todo el que aprueba vota por el candidato de marras y no todo el que lo desaprueba necesariamente no va a votar por él, pero a pesar de tales consideraciones, dichos indicadores son una buena medida de un desplome político que va a pasar factura electoral si la tendencia persiste. Aquel candidato que logre seducir al electorado fujimorista desencantado de Keiko Fujimori no solo será protagonista el 2021 sino que seguramente tendrá las mayores posibilidades de triunfo. ¿Quiénes pueden cosechar del forado keikista? Hay muchos que pujan por ello, pero serán pocos los afortunados. Kenji Fujimori.- Es el principal llamado a convertirse en el receptor de los votantes keikistas. A pesar del desencuentro radical con su hermana, es factible pensar que los fujimoristas que se le han ido a Keiko son aquellos que resienten su derechismo extremo y, por ende, pueden recalar en una opción más centrista como la que Kenji y el propio Alberto representan. Si no arruga ante las desventuras del presente, Kenji se asoma como actor principal. César Acuña.- Ontológicamente –si cabe el término- Acuña es el más fujimorista de los candidatos potenciales. Su perfil personal, su forma y estilo se asemejan enormemente al tradicional referente fujimorista de los 90. Se juega además un partido importante en la venidera contienda municipal y regional. Es el partido que más en serio se ha tomado tales elecciones: si le va bien, puede llegar a ser una suerte de victoriosa primera vuelta, simbólicamente hablando, y se colocaría en mejor partidor para el 2021. Julio Guzmán.- No encaja en absoluto en el perfil fujimorista. Puede ser una opción de recambio, pero eso supondría que el votante fujimorista desencantado haya sufrido una suerte de epifanía democrática, y no parece ser el caso. No son electores “caviares” los seguidores de Keiko que se han apartado de ella, sino que son fujimoristas de pura cepa, alarmados por su giro ideológico y su cúmulo de despistes. No se ven vasos comunicantes con los morados. Alfredo Barnechea.- El que menos va a cosechar. Se suman a las razones que tampoco abonan a favor de Guzmán, los tremendos errores políticos que Barnechea comete con fruición envidiable. Los fujimoristas idos del manto de Keiko son populares, de abajo, de un sector para el que las maneras del precandidato de Acción Popular no solo son ajenas sino además hostiles. Alan García.- Es el más parecido a Keiko en términos ideológicos, pero tiene mucho por hacer para tratar de recuperar al votante aprista que se ha alejado del partido, para encima creer que sus coqueteos con el fujimorismo le servirán para atraer la diáspora keikista. Ollanta Humala.- No tiene posibilidad alguna el 2021, menos pues podrá atraer a quienes hace dos años eran fans de Keiko Fujimori y hoy pueden estar buscando nuevos horizontes. Verónika Mendoza.- Entre la izquierda y el fujimorismo hay una barrera ideológica infranqueable. La identidad política del fujimorismo es anticomunista, pero Mendoza podría apelar al ánimo antiestablishment del votante tradicional fujimorista y así, a pesar de la distancia ideológica, colocarse en el mirador de estos millones de votantes hoy sin representación política. Pero en ese afán tendría primero que despercudirse. Tiene que vencer no solo su propia inercia sino evitar que desde su izquierda aparezcan candidatos radicales (Antauro, Santos, Cerrón, etc.) que le arrebaten ese nicho. La del estribo: cuando se estrenó hace quince años, escribí una columna en Correo, que entonces dirigía, calificándola como la mejor obra de teatro de ese año. Se reestrena “Un Misterio, una pasión”, la obra escrita por Aldo Miyashiro, ahora dirigida por Juan Carlos Fisher. Promete mucho y genera ansiedad, porque la valla a superar es muy alta, por la calidad de su primera puesta. Otros actores, otro director, otro escenario (antes fue en la Alianza Francesa, ahora en Teatro La Plaza). Propicia para los amantes del teatro, los hinchas del fútbol y de modo especial para los seguidores cremas.