No se trata solo de levantar lo que se ha caído, sino de replantear todos los escenarios urbanos y rurales de la zona afectada. ,El bajo porcentaje de lo avanzado en la reconstrucción de los daños de El Niño costero 2016-2017 en el norte se usa como un ejemplo de ineficiencia y desidia del gobierno central. Ciertamente hay de eso, pero no es toda la historia. Las catástrofes naturales sacan a la luz otras catástrofes, y son destrucciones difíciles de reponer, aquí y en todas partes. Solemos imaginar la tarea casi exclusivamente como una obra civil. Pero toda obra debe esperar a que se resuelvan la maraña burocrática, la política y la de los intereses particulares. Esta ha sido en la historia la principal causa de demora, no solo de las reconstrucciones del norte, sino incluso de los trabajos de prevención, que a veces han llegado tarde. Una versión sobre los problemas de la secuencia prevención-catástrofe-reconstrucción en el norte es que desde 1972 las inundaciones han sido cada vez más fuertes. Es cierto. El cambio climático está produciendo esta escalada en la fuerza y en la frecuencia de las lluvias. Así, cada nuevo Niño se adelanta un paso a la capacidad de acción de un nuevo gobierno. Sin duda, la ausencia de una prevención a la altura de las circunstancias puede ser cargada a la cuenta de los gobiernos. Pero el drama tiene más actores. Gobiernos regionales ávidos de controlar el proceso, propietarios informales que impiden las ayudas legales (fue un serio problema en Pisco en el 2007, y lo sigue siendo), corrupción en partes de la maquinaria. Un Estado preso en el ciclo destrucción-reconstrucción no enfrenta solo la más reciente catástrofe, sino el efecto acumulado de las anteriores. No se trata solo de levantar lo que se ha caído, sino de replantear todos los escenarios urbanos y rurales de la zona afectada. No es una tarea de meses, como postulan las críticas políticas, sino de años. A medida de que las exigencias de cada reconstrucción crecen, lo hace también el déficit de información a la población, la nacional y la afectada. Gobiernos voluntariosos sucumben a la tentación de ofrecer plazos, porque no tienen alternativa. Pero con ello se colocan en un disparadero que solo el tiempo puede aliviar. Casi todos parten sin haber logrado mucho.