Muerte sobre ruedas, por Roberto Ochoa
“Los Gobiernos de turno pugnan por controlar carteras como las del MTC, donde hay miles de millones de dólares en “plata fácil” para el enriquecimiento ilícito”
El Perú son sus caminos, dijo un viajero europeo al reconocer las antiquísimas vías que atraviesan la cordillera de los Andes.
Pero en el Perú del siglo XXI, los caminos son la principal fuente de corrupción y muerte: cada año el balance cierra con casi 100.000 accidentes de tránsito, más de 3.000 muertos y más de 50.000 heridos. Parecen las cifras de una guerra sobre ruedas debido a la corrupción enquistada en todos los estamentos del sector. Por si fuera poco, tenemos el peor parque automotor de América y se permite la circulación de carcochas sin revisión técnica con choferes que ostentan brevetes vencidos y falsificados.
Por eso los Gobiernos de turno pugnan por controlar carteras como las del MTC, donde hay miles de millones de dólares en “plata fácil” para el enriquecimiento ilícito. Uno de los símbolos fue la Interoceánica Sur que solo ha servido −en el trazo amazónico de Madre de Dios− para la proliferación de extractores ilegales de oro, narcotraficantes, taladores ilegales y otros delincuentes.
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Ni qué decir de la colapsada carretera central, cuyas alternativas duermen el sueño de los justos. Hay dos rutas en pugna, pero no se avanzó ni un metro en su construcción.
Y en Lima Metropolitana y el Callao se calculan en más de 300 las muertes mensuales en las pistas durante el 2023, y ningún alcalde se atreve a romper la mafia de transportistas que tienen secuestrados los municipios y el MTC.
Ellos son los que se oponen a la construcción de los proyectos de teleféricos de transporte público que, se sabe, acabarían con el caos y la contaminación. Los principales beneficiados serán los pobladores de los distritos más populosos de la capital. Menos contaminación y menos tiempo perdido en esos buses de la muerte.
Recomendaría ver el caso del teleférico en El Alto que acabó para siempre con el caos vehicular de acceso a la capital boliviana, y el sistema teleférico que acaba de inaugurar el presidente Gabriel Boric en la capital chilena. Una solución que descontamina, de bajo costo, rápida construcción y poco propensa a la corrupción.
