El ataque del primer ministro contra la conductora de TV Sol Carreño, a quien por mantener una posición crítica con relación al Gobierno y sus integrantes juzga como madre, hija y esposa, ha generado una ola de solidaridad con la abogada y presentadora del programa ‘Cuarto poder’.
El Consejo de la Prensa, la Sociedad de Radio y Televisión y otras organizaciones que representan a medios y a periodistas han respondido a esta verborrea de un presidente de Consejo de Ministros, obligado por el cargo a representar el punto de vista del Gobierno, frente a diversos tópicos de interés público.
La andanada de comentarios misóginos y agraviantes, por una información sobre el mal estado de las carreteras de Huancavelica, atribuidas por la conductora de TV a la gestión del Gobierno actual, no se justifica. El Ejecutivo tiene todo el derecho a difundir y responder por sus actos, pero no son las formas adecuadas de hacer aclaraciones.
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El premier Torres aseguró haber respondido al sesgo ideológico que difunden algunos medios de comunicación, como si se tratara de una intervención suya de tipo genérico. No es el caso.
La reacción virulenta del primer ministro Aníbal Torres tuvo un destinatario claro y directo. Se lo dirigió a una periodista de la que dijo que era mala madre, mala esposa, mala hija y otros muchos comentarios destinados a menoscabar a la persona, no a sus ideas.
Que ahora quiera arreglar el desastre cometido atribuyéndolo a un cruce de espadas entre medios de comunicación y el Gobierno es más que una mentira, una cobardía. Esconder la mano que propinó el golpe y decir que fue una respuesta política cuando en realidad se trató de una descarga vitriólica es querer tapar el sol con un dedo.
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El libre ejercicio profesional del periodismo nunca es adicto al poder. Vigila y desconfía porque ese es el rol que la sociedad democrática le ha concedido. El derecho a expresar las ideas forma parte del paquete de derechos que identifican al hombre libre. Cualquier coacción a ese derecho tiene que ser rápidamente respondido, porque se trata de un menoscabo a las garantías que nos protegen como ciudadanos de primera clase, sin subordinación ni dominación desde el Estado ni de ningún otro poder fáctico.
Por ello, es importante reclamar por el derecho de todos a la libertad de opinión, expresión e información. Un país desinformado es el caldo de cultivo para tiranías y pensamientos atrasados, como la misoginia y el totalitarismo. Total solidaridad con la conductora de TV y crítica total a un vocero del Gobierno que ha tenido sobrerreacción ante una crítica en el ejercicio del legítimo derecho de opinar.