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El arte de ser derrotado, por Raúl Tola

“Boric sufrió una derrota en el plebiscito constitucional, lo ha asimilado, ha entendido el mensaje que le han enviado los ciudadanos y ha actuado en consecuencia”.

El proceso que condujo al plebiscito constitucional chileno del último domingo comenzó con las protestas ciudadanas de octubre de 2019, que enfrentaron al gobierno de Sebastián Piñera, obligándolo a lanzar una serie de reformas sociales y a emprender el proceso para la redacción de una nueva Constitución que reemplazara la de 1980, promulgada durante el gobierno de Augusto Pinochet.

Para esto se eligió una asamblea constituyente que elaboró la que, según el diario inglés The Guardian, era la Constitución más progresista del mundo. Se trataba de un texto muy igualitario, marcadamente ecologista, que planteaba el concepto de plurinacionalidad y ampliaba enormemente los derechos de la ciudadanía chilena.

La elección de Gabriel Boric como presidente de Chile pareció robustecer esta oleada reformista. Contando ahora con el apoyo explícito del gobierno, se anticipaba que la nueva Constitución sería aprobada tranquilamente.

Este domingo, 13 millones de chilenos fueron a votar por la aprobación o el rechazo de la nueva Constitución. Los resultados del plebiscito fueron rotundos: solo 38% la aprobaron y cerca del 62% la rechazó. El mensaje es claro: los chilenos quieren una nueva Constitución, pero no esta.

Estos resultados, sumados a la caída de su popularidad, forzaron a Boric a una cirugía mayor dentro de su gobierno. Esta semana, el presidente de Chile sacrificó a algunos de sus colaboradores más íntimos, para construir un gabinete ministerial más moderado y próximo al centro político.

Acostumbrados a los delirios populistas, grandilocuentes y adanistas de la nueva hornada de políticos latinoamericanos, Gabriel Boric comienza a resultar una rareza. Comprende claramente que –como ocurre en Nicaragua, Venezuela, Perú o Argentina– es muy fácil manipular la realidad y dividir a una sociedad entre buenos y malos, blancos y negros, amigos y enemigos. La realidad es extraordinariamente más compleja que esta simplificación.

En lugar de polarizar para imponer sus ideas, un político está obligado, primero, a persuadir y, segundo, a negociar, un arte que obliga a hacer concesiones y alejarse de los objetivos máximos de un proyecto individual.

Boric sufrió una derrota en el plebiscito constitucional, lo ha asimilado, ha entendido el mensaje que le han enviado los ciudadanos y ha actuado en consecuencia, mostrándose flexible, aplicando la ética de la responsabilidad y poniendo el bien común por encima de su agenda personal.

Qué bueno sería que la izquierda latinoamericana, donde campan el autoritarismo, el mal gusto, la incompetencia y la corrupción de los Ortega, Maduro, Castillo o Fernández se pareciera un poco más al modelo que aspira a encarnar Gabriel Boric en Chile. Con él se puede estar de acuerdo o discrepar, pero siempre dentro de los límites del Estado de derecho y la razón.

Raúl Tola

El diario negro

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.