¿Era verdad? El árbitro Erwin Ordóñez acababa de hacer sonar su silbato, poniéndole final al partido de vuelta de la final de la Liga 1, que consagraba campeón a Universitario de Deportes cuando, de pronto, las luces del estadio Alejandro Villanueva se apagaron. De este modo, alguien en Alianza Lima buscó opacar el campeonato de la ‘U’ y evitarles a los hinchas aliancistas el trago amargo de ver a su eterno rival dando otra vuelta en su propio estadio.
Como suele ocurrir en estos casos, la decisión funcionó como un bumerán, dándole a la noticia un alcance que, de otro modo, nunca habría tenido. Ahora mismo, el apagón sigue siendo mencionado por algunos de los comentaristas más populares de las redes sociales en nuestro idioma y lo informan medios como ESPN, El Gráfico, Infobae, Bio Bio o ABC.
Pero quizá el más contundente y claro fue el apartado que le dedicó el diario inglés The Guardian: “Mezquino. Inmaduro. Hilarante. Llámelo como quiera (…). La intención de Alianza era negar a sus rivales el brillo en su momento de gloria, pero se volvió en su contra de la manera más espectacular. (…) Ahora, millones de personas que apenas habían oído hablar de Universitario están al tanto de su triunfo”.
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Como si no fuera obvio que dos errores consecutivos no hacen un acierto, los encargados de Alianza Lima intentaron salir al paso de este episodio con un comunicado donde, luego de afirmarse como una institución “respetuosa del espíritu deportivo”, explicaban que “la decisión de apagar las luces del campo de juego del estadio Alejandro Villanueva, una vez concluida la final de la Liga 1, se tomó con el único fin de incentivar la rápida evacuación de las tribunas y así preservar e incentivar la seguridad del público y de las delegaciones deportivas”.
Este inspirado párrafo nos permite saber dos cosas. La primera, que la decisión fue consciente y tomada por parte de la jerarquía íntima. Y segundo que, por alguna extraña razón, alguien ahí piensa que un estadio en penumbras es un lugar más seguro (para ser evacuado e impedir que ocurran robos y agresiones) que uno con las luces puestas. Ya tenemos la solución para el problema de la inseguridad ciudadana que aqueja al país: dejemos las ciudades a oscuras.
He conversado con muchísimos aliancistas desde entonces y todos están de acuerdo con que fue un episodio vergonzoso, que la derrota se agravó con el comportamiento posterior y que, en lugar de aclarar lo ocurrido y lamentarlo, la “explicación” del comunicado todavía empeoró más las cosas.
Desde la trinchera contraria comparto su disgusto, consecuencia de una mala costumbre que viene arraigándose peligrosamente en el país (en el fútbol, pero también otros espacios): la de no aceptar hidalgamente una derrota, dejándose tentar por las ganas de reventar todo en lugar de pensar qué se puede hacer para que, en el futuro, el resultado sea distinto.
Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.