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Cómo acabar con el desarrollo de un país

”Hoy tenemos tres grandes errores que el Estado está cometiendo que constituyen la receta perfecta para la involución de un país que solía estar en vías de desarrollo”.

Este mes salió publicado el informe del INEI sobre la pobreza monetaria en el 2021. Recordemos que en el año de la pandemia, la pobreza aumentó considerablemente, retrocediendo 10 años. Si bien en el 2021, hemos mejorado en comparación con el 2020, las cifras no son alentadoras pues aún no hemos recuperado los niveles del 2019 pese a que los indicadores macroeconómicos sí han podido nivelarse. Con un 25.9% de pobreza monetaria en el país, aún nos encontramos con cifras similares a las que teníamos en el 2012. Peor aún, si miramos las cifras por departamentos, notamos que algunos de ellos no solo no han mejorado sino que han retrocedido en comparación con el año de la pandemia. Tal es el caso de Loreto, Cajamarca, Puno y San Martín.

Este escenario refleja que no hemos aprendido la lección de la pandemia y que no podemos dejarlo todo en manos del mercado. Urge que el Estado se haga presente con políticas sociales efectivas que reviertan esta situación y que generen mayor resiliencia en los hogares ante posibles choques adversos.

Por ello, resulta importante no solo clasificar a los hogares por condición de pobre y no pobre sino que se debe identificar a aquella población vulnerable de caer en una situación de pobreza ante posibles eventualidades como crisis económicas, enfermedad del jefe de hogar, robos, quiebre del negocio familiar, despidos, eventos naturales, entre otros.

Mucho se reflexionó en el 2020 sobre la necesidad de tener un sistema sólido de protección social, pero esta agenda se ha ido haciendo invisible. Si bien el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social es el ente rector de esta problemática, es un gran error delegar a un solo ministerio una cuestión tan compleja que solo se resolverá con una gestión multisectorial.

Hoy tenemos tres grandes errores que el Estado está cometiendo que constituyen la receta perfecta para la involución de un país que solía estar en vías de desarrollo:

En primer lugar, está el enfoque de política social asistencialista que solo busca atender a la pobreza extrema y sin ningún enfoque de desarrollo de capacidades ni mirada multidimensional de la pobreza. Hemos visto que millones de hogares fueron golpeados y que necesitan más que un bono para reinsertarse, recuperarse y estar mejor que antes. Muchos de los hogares que lograron recuperarse más rápido tenían las condiciones para poder trabajar desde casa. La baja productividad y la ausencia de internet son factores que han excluido a los más pobres del entorno general de recuperación macroeconómica. El desarrollo de capacidades es clave. No olvidemos incluir aquí a la ausencia de políticas de remediación de educación básica. ¿Qué será de los niños que perdieron dos años de aprendizaje en su adultez?

En segundo lugar, tenemos un panorama en donde en vez de reformar un sistema de pensiones para hacerlo más sólido, se decide destruir el que tenemos y promover los retiros de fondos de pensiones de un público objetivo equivocado. Las buenas intenciones de ayudar a los hogares ante una subida de precios se convertirán en el verdugo de los más pobres y excluidos de este supuesto beneficio.

En tercer lugar, tenemos a la vista la destrucción de una reforma que apunta a asegurar la calidad de la educación superior. Si se opta por desregularizar la calidad de la educación universitaria, aquella que prepara a los jóvenes para el futuro, lo que tendremos son estudiantes con títulos universitarios a granel los que no servirán para asegurarles mejores salarios ni una carrera de ascenso laboral.

Estos tres errores han sido diseñados bajo los brazos de la demagogia. Las bajas capacidades de producción de los futuros jóvenes y una generación de adultos mayores sin acceso a pensiones son una terrible combinación que no nos augura un buen futuro. No hemos aprendido nada.

Pobreza

Pobreza

Alexandra Ames

Especialista en Políticas públicas efectivas. Jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico. Ha sido servidora pública de municipios y ministerios. También ha sido Secretaria Técnica del Social Progress Imperative para el Perú. Limeña, hija de padre puneño y madre moyobambina.