CTS para docentes en Perú: ¿cuándo se pagará?

De Pinchi a Pinchi Karelim

Presidencia de Pedro Castillo en la cuenta regresiva del final.

La solicitud de Karelim López para acogerse a una colaboración eficaz que desnudaría a Pedro Castillo como cabeza de una organización criminal para hacer negocios indebidos con el estado no implica su vacancia inmediata –aunque no puede descartarse–, pero sí que su presidencia se debilitará más y que entrará en cuenta regresiva.

La versión de López a la fiscalía consiste en que el presidente Castillo integra una mafia para direccionar las licitaciones del MTC y otros ministerios como Salud y Vivienda, a favor de contratistas específicos que retribuirían económicamente a los responsables de estos favores corruptos.

Se trata de versiones que deben ser probadas en el espacio de la justicia, donde avanzarán por la escalera, pero que tienen un impacto político que subirá por ascensor, poniendo la decisión en manos del congreso de la república, en donde se activará nuevamente el intento de vacar a Castillo.

No es claro aún si se reunirán los 87 votos para destituirlo, pero lo innegable es que, aun si ello no ocurriera –por el temor de algunas bancadas a perder el empleo parlamentario–, la presidencia de Castillo se volverá más frágil de lo que ya es, hasta llegar a la nimiedad.

No es la primera vez que un jefe de estado enfrenta un proceso como este, pero, para superarlo, necesita una presidencia sólida, lo que ayuda a que las personas que podrían delatarlo –como Karelim– crean que el presidente tiene la fuerza para salvarlos.

Esto no ocurre con Castillo. Primero, porque no tiene un partido ni lealtades que lo ayuden en los momentos difíciles. Segundo, por no tener la fuerza política para salvar a sus cómplices, quienes preferirán delatarlo para reducir su pena. Tercero, por la debilidad de su presidencia debido a que su gestión es un mamarracho absoluto.

Si el presidente Castillo se siente acorralado –como, sin duda, ya lo está– podría optar por medidas descabelladas, desde liberar a Antauro Humala hasta el populismo salvaje en la economía. Pero eso solo aceleraría su final.

Es una pena lo que se viene, con más incertidumbre política que afecta el progreso, y por el fracaso vergonzoso de un presidente que viene del pueblo, pero que no estuvo –en todos los sentidos– a la altura del desafío.

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