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El tema que más divide

“Porque, y es fundamental recordarlo, cuando tuvo poder, Fujimori nunca mostró compasión”.

Como ocurre cada año poco antes de Navidad, se acaba de poner sobre el tapete el tema que más polariza a los peruanos: el indulto a Alberto Fujimori. El ministro de Justicia, Aníbal Torres, ha dicho que es algo que se evaluaría en vista de lo grave que se encuentra el exdictador. Lo mismo se dijo cuando Pedro Pablo Kuczynski decidió indultarlo y luego se supo que el informe médico en el que se había sustentado era trucho.

Puede que esta vez la gravedad sea real, pero hay motivos para exigir que, si el presidente Pedro Castillo decide otorgar el indulto, lo haga tras una evaluación médica imparcial, que no deje lugar a dudas y que no obedezca a ningún acuerdo político que prostituiría su objetivo esencial: que la persona que delinquió pase sus últimos días entre sus seres queridos.

A Alberto Fujimori se le ha tratado con el respeto que merece su condición de ser humano, privilegio que muchos en su gobierno no tuvieron. Los peruanos aún esperamos que haga una admisión de culpa, muestre algún signo de arrepentimiento y, sobre todo, pida disculpas a quienes más sufrieron: los deudos de los muertos cuyas ejecuciones apañó y hasta premió.

Porque, y es fundamental recordarlo, cuando tuvo poder, Fujimori nunca mostró compasión. Recuerdo una foto espantosa de él, sonriente, posando para las cámaras, mientras, a sus pies en una escalera de la embajada de Japón, yacían los cuerpos sin vida de varios emerretistas muertos. La escena era horrenda, incluso sabiendo que esos cadáveres fueron, en vida, gente que optó por la violencia más insana para perseguir sus objetivos.

Ni qué decir de las víctimas de su política antisubversiva (aquellas por las que fue condenado como autor mediato), que murieron sin derecho a clemencia, como Javier Ríos, aquel pequeño de ocho años cuyos ojos inocentes vieron como última escena un tropel de paramilitares con pasamontañas disparando a diestra y siniestra en una pollada en Barrios Altos. Fujimori jamás se acercó a ese lugar y menos pidió perdón a los sobrevivientes. La empatía nunca fue su fuerte.

Sin embargo, no podemos ser militantes de la venganza. Si el dictador está realmente grave, será hora de que vaya a morir entre los suyos. Eso sí, con un informe médico que no admita dudas ni suspicacias de ningún tipo.

Maritza Espinoza

Choque y fuga

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.