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La iglesia de los pobres

Celebrando los 50 años de la Teología de la Liberación y la vida de Gustavo Gutiérrez.

Una de las personalidades más influyentes en el mundo por sus poderosas ideas, que lograron multiplicarse y fructificar, es sin duda Gustavo Gutiérrez. Teología de la Liberación: perspectivas (1971) es un libro fundamental que está cumpliendo 50 años.

Fundamento de la línea pastoral Opción Preferencial por los Pobres, ha marcado el pensamiento y la acción en un sector muy importante de la Iglesia latinoamericana. Tiempos turbulentos en los que ante la disyuntiva real de sociedades antagonizadas y escindidas, elegía a los más indefensos, a los más vulnerables, a los nadie.

Teología de la Liberación recoge un clima de renovación que ya se vivía intensamente en la Iglesia: el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín. El servicio a las grandes mayorías y la justicia social eran el motor de la fe. Cristo divino y Cristo humano, capaz de reconocer los pesares y las urgencias de la pobreza, que no era autorizada ni decidida por Dios, sino generada por los hombres y que debía ser combatida.

“La pobreza es muerte temprana e injusta. La pobreza es destructora de personas y de familias. La pobreza nunca es buena, nunca. Como dice Hannah Arendt: “El pobre es aquel que no tiene derecho a tener derechos”. Por eso, el compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza” (P. Gustavo Gutiérrez, 2017).

Estas ideas tan poderosas han sido acogidas como un compromiso ético y no político, aunque los detractores quieran forzar similitudes y conexiones con otras ideologías. La especie que se difunde y que señala que la Teología de la Liberación fue condenada por El Vaticano, ha sido un viejo fake news que debe ser desmentido. El padre Gutiérrez nunca fue apartado de la Iglesia, siguió sirviendo con devoción y con la humildad que lo caracteriza.

La poderosa idea lanzada por Gustavo Gutiérrez ha tenido frutos. El papa Francisco ha sido claro en señalar que hay que ir a la fuente misma de la injusticia que hace distintos a los hombres y ha reivindicado a la Teología de la Liberación, poniendo sobre el tapete nuevamente la cuestión de los pobres. En un continente atravesado por la pandemia, el desempleo y el hambre, nunca como hoy la palabra del teólogo peruano cobra vigencia y vigor.