Desde el origen

Creamos comunidades y desde ellas generamos saberes y búsquedas del bien común. Aliarnos ha sido una respuesta ante las ganas de seguir avanzando. Si alguien logra una transformación personal o apuntala un objetivo que integre y vincule, estamos por la ruta correcta.

Cruzamos los dedos (siempre) para que esa mirada a la diversidad cultural del Perú se materialice en respeto y en una convivencia armónica que reconozca que somos distintos (hablando, creyendo, danzando, comiendo, cantando), pero en el plano ciudadano todas y todos somos iguales.

Quizá sea posible, si nos educamos en perseguir nuestros sueños sin menospreciar el de los otros, lograr afirmarnos como seres sociales e integrar en nuestras acciones la promoción de escenarios más empáticos que abriguen el recorrido de cada uno sin que la pita se rompa por el lado más débil y aplaudamos que eso suceda.

El concurso de literatura oral “Mi Perú del Bicentenario”, que sacamos adelante junto al Programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima, ha permitido fortalecer nuestras herencias culturales y apegos más íntimos. Identificarnos con los códigos familiares y comunales. Llenarnos de esa energía sublime que nos trae el contar historias propias y únicas, esas que se transmiten oralmente de generación en generación, y que ahora, gracias a una poderosa herramienta como el audiovisual, pueden compartirse entre más personas, provocando pertenencia y emoción.

Niñas, niños, jóvenes y adultos han usado cámaras y celulares para narrarnos diversos relatos que nos reconocen como un país de Todas las Sangres. Ese apego que renace nos ha dado la línea y desde el espíritu nos hemos hermanado afirmando una vez más que en la diversidad estamos más unidos que nunca. “Es una cultura de fiesta, de transgresión, de misterio, que rompe la camisa de fuerza de la realidad y reconcilia por fin el raciocinio y la imaginación...” (Gabriel García Márquez).