¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Desde el púlpito

“Estos curas facciosos son una suerte de fanáticos que se sienten dueños absolutos de una verdad única e indiscutible (...) se sienten con derecho a abolir candidaturas”.

Según documentos doctrinales del catolicismo, como Lumen Gentium, por ejemplo, la iglesia no debería confundirse de ninguna manera con la comunidad política “por razón de su oficio y competencia”. Y, en teoría, “no se liga a ningún sistema político”. No participa en política, o sea.

Pero ya saben. Todo eso es letra muerta en el Perú. En nuestro país, como en casi todas partes, la verdad, la iglesia católica siempre ha estado signada por dos tendencias: progresistas y conservadores. Ambos grupos, a través de sus obispos y sacerdotes, siempre han metido cuchara en la política. Unos de forma sutil, otros de manera burda y grosera.

Estas elecciones han hecho que los púlpitos del conservadurismo se conviertan en tribunas de propaganda política. Solamente en los últimos días me han llegado por el WhatsApp extractos de “homilías” encendidas, desde todo el país, diciendo abiertamente por quién no votar.

Otros, que procuran ser más “ingeniosos” y “sutiles”, instan a votar por aquel candidato que, sin nombrarlo, preconiza “valores cristianos”, aquel que está en contra del aborto, en contra del marxismo y de los “caviares” (que son, no faltaba más, “ateos y relativistas”), en contra de la legalización de las drogas o de la eutanasia o de los matrimonios homosexuales. Y en ese plan.

“Un católico no puede votar por Verónica Mendoza, Julio Guzmán, George Forsyth, o Lescano”, le escuché decir a uno de ellos. “Se debe votar desde las convicciones de la fe católica”, dice otro.

Estos curas facciosos son una suerte de fanáticos que se sienten dueños absolutos de una verdad única e indiscutible. En consecuencia, se sienten con derecho a abolir candidaturas, valiéndose del púlpito, del alzacuellos, del crucifijo.

Asustando incluso con la excomunión. Su mentalidad rectilínea e intolerante los lleva a creer que, la pluralidad de ideas, que no calza con sus pensamientos religiosos monolíticos, es mala. Y que la mano dura de los candidatos ultramontanos y providenciales salvará al país del laicismo y de las almas luciferinas.

Lo que no ven algunos fieles despistados es que el integrismo y la moral tradicionalista no van a traer progreso ni desarrollo ni modernidad a la sociedad peruana y a su sistema institucional.

La candidatura de Rafael López Aliaga, que es a donde apuntan los carcas, constituye una regresión conservadora que polarizará al país entre buenos y malos. El papel de la religión en la política vendrá acompañado de una misión: ponerle coto al laicismo y modelar el Estado peruano según la religión cristiana más tradicional.

Y las consecuencias de este fenómeno tratarán de hacerse sentir, con todas sus fuerzas, en todos los ámbitos, pero claro, haciendo hincapié en el sector Educación. Estamos avisados.

Pedro Salinas

El ojo de mordor

Periodista y escritor. Ha conducido y dirigido diversos programas de radio y tv. Es autor de una decena de libros, entre los que destaca Mitad monjes, mitad soldados (Planeta, 2015), en coautoría con Paola Ugaz. Columna semanal en La República, y una videocolumna diaria en el portal La Mula.