Voracidad urbana de alto riesgo

Una vez más, Lima se convierte en caso de estudio para un curso de urbanismo. Como demostración de lo que no se debe hacer, de lo que se debe evitar. Nuestras autoridades municipales son un ejemplo de abdicación del poder público, que debería defender el bien común y los intereses generales ante el poder del mercado especulativo del suelo urbano que busca incrementar su renta.

El crecimiento de la ciudad es voraz. Se ha comido dos valles, el del Rímac y el del Chillón, amenazando seriamente lo que queda del valle de Lurín, sin hablar de los impactos que tiene en Huaral y Cañete. Ha devorado gran parte de las lomas costeras y ha destruido un porcentaje importante del paisaje urbano al lado del litoral. Lima es lo opuesto a una ciudad sostenible y el Concejo Metropolitano decidió seguir en esa línea.

Para sorpresa de muchos, ayer se aprobó el Reajuste Integral de la Zonificación (RIZ) del distrito de Lurín. El año pasado ya lo habían intentado, pero un grupo de regidores se opuso y la sociedad civil hizo una campaña de rechazo muy fuerte. Se decidió revisar nuevamente la propuesta y el presidente de la Comisión de Ambiente del Concejo de Lima, Carlo Ángeles, solicitó que se pronuncien el Ministerio del Ambiente, el de Vivienda y el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres.

Las tres instituciones emitieron informes, todos alertando de los riesgos ambientales y sociales de la aprobación del RIZ-Lurín. Recordando además que –en teoría– Lima está en plena elaboración del Plan Urbano que debe regir hasta el 2040. ¿Para qué aprobar una reestructuración de zonificación de un área tan delicada por fuera del plan urbano? Evidentemente no pensando en el bien común.

Para que se entienda el nivel de irresponsabilidad de esa aprobación, copio parte del informe del CENEPRED, entidad encargada de asesorar en materia de gestión de riesgo de desastres en el país: “Se evidencia que la propuesta de Reajuste Integral de Zonificación (RIZ) del distrito de Lurín no ha integrado la Gestión Prospectiva de Riesgo ni ha desarrollado el Análisis de Riesgo a la escala adecuada, que eviten la generación de nuevos riesgos y aseguren la reducción de los existentes, frente a los peligros recurrentes de sismo, tsunami, inundaciones, movimientos de masa y otros eventos concatenados, exponiendo a la población e incrementando su vulnerabilidad y el riesgo de sufrir futuros “desastres””.

El alcalde Muñoz, tras pedir que se evalúe nuevamente el RIZ-Lurín, se retiró de la sesión y dejó en el sillón municipal al arquitecto Romero Sotelo, conocido en el sector Vivienda por su ímpetu desarrollador. Simbólico gesto. Apenas tres regidores, además del presidente de la Comisión de Ambiente, votaron en contra.

Lo único que queda es apelar a la justicia constitucional, por el riesgo inminente en el que ponen a la ciudad.