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Escenarios COVID-19

“En el corto plazo, la aparición de nuevas variantes más contagiosas (...) debería plantearnos un escenario en el que el mundo se vea en la necesidad de pasar por un período más extenso de fuertes restricciones en la movilidad de las personas, con las implicancias que tendría para la economía”.

La posibilidad de acceder a las vacunas contra el COVID-19 ha llevado a considerar que con ellas recuperaremos la “normalidad” que conocíamos antes de la pandemia. Si bien ese es un escenario posible, es necesario sumar al menos otros dos.

En el corto plazo, la aparición de nuevas variantes más contagiosas –sudafricana, inglesa, estadounidenses y brasileñas– debería plantearnos un escenario en el que el mundo se vea en la necesidad de pasar por un período más extenso de fuertes restricciones en la movilidad de las personas, con las implicancias que tendría para la economía. Incluso abre un escenario en el que, si el virus sigue mutando como lo está haciendo, las versiones actuales de las vacunas desarrolladas sean menos efectivas y no basten para acabar definitivamente con la presencia del COVID-19 entre nosotros hasta que sean “actualizadas”. Porque un problema de las variantes con capacidad de propagarse más rápidamente es que cuanto más se expande un virus, más posibilidades tiene de seguir mutando. Al respecto, el asesor científico en jefe de Reino Unido, Patrick Vallance, indicó el último viernes que si bien las mutaciones del virus podrían escapar al ámbito de acción de l as vacunas actuales, los fármacos podrían adaptarse (como ya sucede para virus como la influenza).

Esa es la razón por la que el comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido adelantar para este jueves 21 de enero la reunión que suele realizar cada tres meses. Según su comunicado, “se necesita un debate urgente sobre las variantes”, pues “existe preocupación de que las nuevas mutaciones hagan menos efectivas ciertas vacunas”.

Por ello se espera que la organización dé recomendaciones de cómo actuar frente a esta nueva realidad en la medida que la variante detectada inicialmente en Reino Unido ha sido localizada ya en 50 países, y la sudafricana, en 20, pero, según la propia OMS, podría ser un censo subestimado. En el caso de Estados Unidos, existe el temor de que una de sus variantes se convierta en la predominante en poco tiempo, ya que se transmite de manera más eficiente y podría ser más difícil de controlar. Y en una de las variantes encontradas en Brasil, los cambios se han producido en los genes que codifican la estructura que le permite al virus invadir las células de nuestro organismo.

En este mismo sentido, aun si el Ministerio de Economía y Finanzas considera que lo que está en proceso en el Perú no es una segunda ola sino un rebrote, es indispensable que incorpore entre sus escenarios las advertencias que los científicos vienen haciendo sobre la evolución de la pandemia.

El anterior no es el único escenario de riesgo que es necesario incorporar como país. Uno segundo es el de una nueva pandemia. En el corto, mediano y largo plazo, tenemos que evitar que nos suceda lo mismo que con el COVID-19: que nos agarre desprevenidos. Hace ya varios años, la comunidad científica tenía claro que una pandemia llegaría, y que provendría de un virus animal. Lo que no se sabía era cuándo sucedería. En este sentido, es claro que el COVID-19 no es ni el primero ni el último virus que pondrá en riesgo nuestra existencia tal y como la conocemos. Y que con el cambio climático la probabilidad de ocurrencia de nuevas pandemias se irá incrementando.

De ahí la urgencia y necesidad de que, incluso si la vacuna tiene el efecto esperado, nuestro sistema de salud y de protección social desarrolle las capacidades necesarias para lidiar con una pandemia en el futuro, entendiendo ese “futuro” como “en cualquier momento”.

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