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Las protestas estudiantiles que sacuden la política en los EEUU

Rechazo a Israel. Más de 2.000 universitarios han sido arrestados desde que, a mediados de abril, un grupo de estudiantes de la Universidad de Columbia organizó un campamento de solidaridad con Palestina, dando inicio a un movimiento que se ha extendido por más de 150 campus. Los jóvenes exigen a sus autoridades romper los vínculos financieros y académicos con Israel.

Reclamo. Los estudiantes exigen que sus universidades dejen de invertir en compañías de Israel o en aquellas que se beneficien del conflicto en Medio Oriente. Foto: AFP
Reclamo. Los estudiantes exigen que sus universidades dejen de invertir en compañías de Israel o en aquellas que se beneficien del conflicto en Medio Oriente. Foto: AFP

Todo comenzó la noche del 16 de abril, cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de Columbia se instaló sigilosamente en el Jardín Sur de ese centro de estudios. Eran alrededor de un centenar y provenían de diversas facultades. Llevaban meses realizando manifestaciones de rechazo a la ofensiva israelí en Gaza, sin conseguir que sus voces retumbaran fuera del campus. Esta vez, decidieron ir un paso más allá. Instalados en carpas, organizaron lo que dieron en llamar el Campamento de Solidaridad con Gaza y anunciaron que no se moverían de allí hasta que las autoridades de Columbia cumplieran su principal exigencia: cortar todos sus lazos financieros y académicos con Israel.

Las universidades privadas en los Estados Unidos, sobre todo las de la Ivy League, como Harvard, Princeton o Columbia, manejan su patrimonio con ayuda de fondos de inversión, a través de los cuales invierten en todo tipo de negocios. Los estudiantes que tomaron el Jardín Sur de Columbia exigieron que su universidad dejara de invertir en compañías israelíes o vinculadas al conflicto en Gaza.

Para el miércoles 17, las cosas parecía que no terminarían bien. La presidenta de la universidad, Minouche Shafik, pidió a la Policía que desalojara el campamento. Lo que ni ella ni muchos esperaban fue que, mientras los agentes retiraban a la fuerza a los jóvenes ocupantes, un nuevo grupo de estudiantes, mucho más numeroso, se instaló en el otro lado del Jardín Sur, en solidaridad con los detenidos. Se formó un nuevo campamento, mucho más grande.

Mientras, en universidades de todo el país, los videos de los arrestos se viralizaban y generaban un sentimiento de solidaridad e indignación que llevó a que esa misma noche, y durante los días siguientes, en decenas de casas de estudios se armaran campamentos similares. La chispa encendida en Columbia comenzó a propagarse por todos los Estados Unidos.

 Detenciones. Se han registrado episodios de violencia en varios de los arrestos llevados a cabo por la Policía. Foto: AFP

Detenciones. Se han registrado episodios de violencia en varios de los arrestos llevados a cabo por la Policía. Foto: AFP

Represión en las universidades

Al cierre de esta edición, las protestas estudiantiles se habían extendido a más de 150 institutos y universidades. La mayoría han sido relativamente pacíficas, pero algunas llamaron la atención por la dureza con la que fueron reprimidas. En la Universidad de Texas, donde los estudiantes fueron recibidos por policías a caballo y con equipos antidisturbios, algunos agentes golpearon a los manifestantes e, incluso, a periodistas. En la Universidad Emory, efectivos atacaron a los estudiantes con pistolas paralizantes y gases pimienta. En otros centros de estudios algunos protestantes terminaron con los huesos rotos y las narices partidas. Medios como The Washington Post han calculado que, desde la primera acampada en Columbia, se ha detenido a más de 2.000 personas.

La segunda acampada en Columbia terminó, abruptamente, la noche del 30 de abril. Después de dos semanas de negociaciones entre estudiantes y autoridades, que no llegaron a ningún acuerdo, cientos de policías irrumpieron en el campus y desalojaron a los manifestantes, un grupo de los cuales también había tomado un edificio contiguo al campamento. Después de la redada, las instalaciones de la universidad han quedado semivacías. La ceremonia de graduación, programada para el 15 de mayo, ha sido cancelada.

 Campamento. Todo empezó en Columbia, el 16 de abril, con un campamento de solidaridad con Gaza. Foto: AFP

Campamento. Todo empezó en Columbia, el 16 de abril, con un campamento de solidaridad con Gaza. Foto: AFP

Los estudiantes y algunos profesores dicen que la cobertura mediática de las protestas ha sido sesgada. Señalan que se ha presentado a los campamentos como “zonas de guerra” y que los incidentes antisemitas, que reconocen que han existido, han sido aislados y magnificados por políticos y medios. Así lo indicó Juan Manuel Benítez, profesor de Periodismo de Columbia, cuyos alumnos estuvieron cubriendo las protestas desde que comenzaron.

“Se ha documentado casos aislados de sectores de manifestantes que mostraron actitudes que podrían ser calificadas de antisemitas”, dijo en conversación telefónica con La República. “Hay estudiantes judíos que dicen haberse sentido con miedo en el campus. Del otro lado, también encuentras estudiantes de Oriente Medio que dicen haberse sentido discriminados por manifestantes proisraelíes. Y algo que es importante, los estudiantes dicen que también hubo manifestantes judíos tomando parte de la protesta pro palestina”.

“Para muchos universitarios, este es un momento de definición política”, dijo, por su parte, el peruano Américo Mendoza Mori, profesor del Programa de Etnicidad de la Universidad de Harvard. “Es la primera vez que sienten que tienen que tomar posición sobre un evento internacional, en este caso el conflicto en Medio Oriente, en el que Estados Unidos tiene una presencia importante”, dijo a La República.

Mendoza y Benítez coinciden en señalar que las manifestaciones estudiantiles también han estado marcadas por la injerencia de los políticos. Congresistas, sobre todo republicanos, han llamado a comparecer a las rectoras de las principales universidades para exigirles que tomen medidas contra el supuesto antisemitismo generalizado en los campus.

El caso de Claudine Gay, exrectora de Harvard, fue emblemático. En octubre, a raíz de un comunicado publicado por un grupo de estudiantes que culpaban a Israel del ataque de Hamás, políticos y medios difundieron la imagen de que en esa comunidad universitaria predominaba un discurso antisemita y que Claudine Gay no estaba haciendo nada para detenerlo. En su comparecencia en el Congreso, ella no fue lo suficientemente firme en condenar los discursos de odio hacia Israel. En enero, ante las presiones, tuvo que renunciar.

“La política de Washington se ha metido de lleno en el debate universitario para sacarle rédito político”, dijo el profesor de Periodismo. “La presión que sienten [los rectores y rectoras] es inmensa, porque por un lado tienes a los estudiantes, por otra parte, a los donantes y por otra parte a miembros del Congreso, que lo que quieren es hacerte vivir un momento de tensión en el que te puedan poner en ridículo y que eso se pueda ver en televisión”.

Pasados 27 días desde que la chispa se encendió en Columbia, las manifestaciones no se han detenido y, según Juan Manuel Benítez, no se van a detener. “Mi pronóstico es que este verano de campaña electoral va a ser muy tenso y que las protestas se van a ir trasladando a lugares específicos, como las ciudades donde se realizarán las convenciones nacionales de demócratas y republicanos”, dijo.

El docente de Columbia afirma que lo que más le preocupa es ver a su universidad, y a otras a lo largo del país, llenas de policías y que eso termine siendo visto como algo normal. “El debate de ideas en los centros de estudios no puede verse aplacado por la autoridad policial”.

 Caída. La exrectora de Harvard Claudine Gay tuvo que renunciar porque no fue suficientemente dura en condenar el discurso antisemita en su universidad. Foto: difusión

Caída. La exrectora de Harvard Claudine Gay tuvo que renunciar porque no fue suficientemente dura en condenar el discurso antisemita en su universidad. Foto: difusión

Datos

Universitarios de Francia, España, Alemania, Suiza y Reino Unido han seguido el ejemplo de sus pares de EEUU y están realizando manifestaciones contra Israel.

35.000 personas, incluidos más de 14.000 niños y niñas, han muerto por el ataque de Israel a Palestina, según informes de la ONU.

“Cuestionan el apoyo tradicional de EEUU a Israel”

Juan Manuel Benítez, profesor de Periodismo de la Universidad de Columbia

Se han establecido paralelos entre estas protestas pro palestinas y las del año 68 contra la guerra de Vietnam. Las protestas del 68 eran de estudiantes que se manifestaban contra una guerra a la que sus compañeros y amigos estaban siendo llamados para entrar en combate. Estas protestas han sido protagonizadas por una generación de estudiantes universitarios que están cuestionando la política tradicional de los Estados Unidos de apoyo incondicional a Israel. Se trata de una generación universitaria mucho más diversa, racial, étnica y socialmente. Y está alzando la voz y cuestionando un principio casi fundamental de la política exterior estadounidense.