La milenaria fiesta de la Pachamama que perdura en las comunidades del noroeste argentino [FOTOS]
Cada 1 de agosto, las comunidades de habla quechua y aymara piden por las cosechas venideras y reciben con bailes la temporada de lluvias.
Cada 1 de agosto, las comunidades originarias andinas y del noroeste de Argentina celebran la ancestral fiesta en honor a la Pachamama, deidad a quien consideran madre de todas las cosas. Con esta ceremonia, los fieles de la Madre Tierra reciben la temporada de lluvias y piden por las cosechas venideras.
Estos pueblos imaginan a la Pachamama como una indígena de baja estatura con cabeza y pies grandes. Según afirman, ella vive en un nevado, refugiada en una isla en medio de un lago, y vigilada por un toro con astas doradas. Cuando alguien maltrata al ganado o a las crías de la vicuña, relatan, ella demuestra su enojo con truenos y tormentas.
Los originarios se imaginan a la Pachamama como una mujer con cabeza y pies grandes. Foto: Infobae.
La festividad es celebrada desde hace siglos entre las comunidades hablantes del quechua y del aymara y no pudo ser eliminada por los conquistadores españoles, algunos de los cuales incluso participaban de ella. Eso sí: sufrió cambios con el pasar del tiempo, según refiere el portal Infobae de Argentina.
Los pobladores reciben con esta fiesta la llegada de la temporada de lluvias. Foto: Infobae.
El día de la víspera, 31 de julio, las casas, huertas y corrales son sahumados para alejar los malos espíritus. El día siguiente, todos deben llevar cordones de hilo blanco y negro de lana de llama atados en los tobillos, las muñecas y el cuello, para así evitar ser castigados por la Pachamama.
En un pozo poco profundo se coloca comida, bebida, cigarrillos encendidos y hojas de coca, los cuales son tapados con una piedra y enterrados, con el fin de desaparecer los males de la tierra y agradecer, pedir y bendecir los frutos venideros.
La festividad ha llegado incluso a ciudades grandes de Argentina. Foto: Infobae.
La familia y amigos tienen luego una comida ritual y bailan y cantan hasta el siguiente amanecer. Ciudades de Argentina como Buenos Aires, donde hay presencia de estas comunidades, suelen albergar también sendas celebraciones; no obstante, la pandemia ha afectado su realización.