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Coronavirus en Italia: “Tengo ante mí a una ciudad con miedo, vacía, silenciosa”

Testimonio. Viajó a Roma cumpliendo una promesa. Ha presenciado el impacto del COVID-19 en la vida cotidiana de Italia.

Escenario. Calles vacías, negocios cerrados, es el nuevo paisaje urbano en la bella Italia.
Escenario. Calles vacías, negocios cerrados, es el nuevo paisaje urbano en la bella Italia.

Por: Adriana Tardío. Desde Roma, Italia

Llegué a Roma en 2003 por una promesa que le hice a mi madre. Ella fue la primera en arribar a esta hermosa tierra en 1991, cuando después de jubilarse como enfermera, decidió emigrar con la esperanza de darle un mejor futuro y educación a sus cuatro hijos.

Después de dos años de estadía, mi madre se llevó a mis tres hermanos menores. Luego, mi madre enfermó con cáncer y volvió a Perú. Antes de morir me pidió ir a Roma a reencontrarme con mis hermanos.

Es así que en septiembre del 2003, al final del verano europeo, llegué a esta hermosa tierra. Fue amor a primera vista. Roma es un museo abierto. Cada calle, cada plaza, cada lugar que visitas cuenta la historia de la humanidad y de celebridades que dejaron su legado en la ciudad eterna.

Es por ello que desde el miércoles último, tras el mensaje a la nación del primer ministro Giuseppe Conte, anunciando las medidas extremas, siento como si estuviera viviendo un mal sueño del cual espero despertar pronto.

Y es que desde la ventana de mi casa ubicada en quartiere di Piazza Verbano (a 10 minutos del centro) veo una ciudad con miedo y vacía. Ningún niño, ni anciano pulula por los parques, los negocios están cerrados y solo pueden ir a trabajar aquellos que cuentan con autocertificación, es decir, deben justificar por qué deben trabajar, entre ellos figuran los profesionales de sanidad y hospitales, pero también trabajadores de las industrias y técnicos. Por lo demás, tengo frente a mí una ciudad silenciosa.

Solo las farmacias y los negocios de alimentos de primera necesidad están abiertos por el barrio. Esta mañana necesitaba comprar frutas, así que preparé mi salida con mascarilla y guantes. Pero cuando llegué al centro de abastos, a pocos pasos de casa, tuve que hacer la fila ya que solo pueden ingresar dos personas a la vez y guardando distancia de un metro entre persona y persona.

Y si alguien tiene una emergencia o necesidad como, por ejemplo, dirigirse a otro distrito, solo se puede acceder a ello mediante un certificado que justifique dicha emergencia. Es triste, pero entiendo también que nuestras autoridades están haciendo lo mejor para evitar más contagios en la ciudad.

Eso sí, las medidas de seguridad rigen para todos por igual: italiano, inmigrante, chino o africano, no hay distinción y es que la filosofía y política de la sanidad italiana está por encima de todo. Para este país la vida humana está primero sin importar la nacionalidad.

De hecho, el gobierno ha destinado 25 millones de euros para sostener la situación y todos, sin excepción, estamos acatando con responsabilidad las medidas preventivas para que la epidemia no se propague.

Una de las cosas más importantes es mantener una buena alimentación para reforzar el sistema inmunológico y mucha higiene. Espero que mi país, Perú, haga lo mismo, que el gobierno tome todas las previsiones y sus ciudadanos tomen muy en serio lo que está pasando. En Roma, estoy segura de que pronto terminará la pesadilla y despertaré a vivir la belleza de esta tierra maravillosa.

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